22/05/2022, 13:09
Cuando el moreno informó de que su marioneta era un arsenal andante, la chica pareció bastante interesada. De hecho, dijo que tomaría nota, como si ese dato pudiese serle de ayuda en algún momento. Pero no tardaría en entender a qué se refería, pues coincidencia o no, la familia de la chica también parecía dedicarse al negocio de las armas. El chico sonrió, pensándolo bien, las probabilidades de coincidir en misión con otra familia que se dedicase a básicamente lo mismo, no eran realmente altas. Habían varias familias dedicadas a ese negocio, pero tampoco es que las hubiesen hasta debajo de las piedras.
—Dos familias que se dedican al armamento unidos en una misión, sí que es casualidad. —Sentenció a lo de la coincidencia.
La sala iba quedando limpia de poco a poco, y en un rato la tuvieron lista. Moguko tomó una bolsa, y juntó la vegetación en lo que el chico y su marioneta terminaban de limpiar la sala. Y ¡PUM!. Ya habían acabado tres de diez salas. La kunoichi dijo que llevaría la bolsa al inicio del pasillo, donde no molestaría demasiado, y entre tanto el joven fue dirigiéndose a la siguiente sala transportando el material. La morena comentó que ninguna sala carecía de historia, a lo que el chico afirmó con la cabeza.
—Eso parece...
La chica fue la primera en entrar, y se propuso juntar la vegetación de nuevo. Entre tanto, el chico cambiaría el agua de los baldes, y los dejaría ambos al comienzo de la sala, procurando que no estorbasen demasiado. Tras ello, se pondría manos a la obra, y una vez enjuagados los trapos comenzaría a limpiar primero la camilla, y luego a transportar todos los instrumentos de la misma hacia el lavabo del fondo.
—¿Y sigue los pasos armamentísticos de la familia, señorita Moguko? —Preguntó, haciendo conversación en lo que limpiaban.
—Dos familias que se dedican al armamento unidos en una misión, sí que es casualidad. —Sentenció a lo de la coincidencia.
La sala iba quedando limpia de poco a poco, y en un rato la tuvieron lista. Moguko tomó una bolsa, y juntó la vegetación en lo que el chico y su marioneta terminaban de limpiar la sala. Y ¡PUM!. Ya habían acabado tres de diez salas. La kunoichi dijo que llevaría la bolsa al inicio del pasillo, donde no molestaría demasiado, y entre tanto el joven fue dirigiéndose a la siguiente sala transportando el material. La morena comentó que ninguna sala carecía de historia, a lo que el chico afirmó con la cabeza.
—Eso parece...
La chica fue la primera en entrar, y se propuso juntar la vegetación de nuevo. Entre tanto, el chico cambiaría el agua de los baldes, y los dejaría ambos al comienzo de la sala, procurando que no estorbasen demasiado. Tras ello, se pondría manos a la obra, y una vez enjuagados los trapos comenzaría a limpiar primero la camilla, y luego a transportar todos los instrumentos de la misma hacia el lavabo del fondo.
—¿Y sigue los pasos armamentísticos de la familia, señorita Moguko? —Preguntó, haciendo conversación en lo que limpiaban.