27/05/2022, 20:22
El marionetista y su compañera continuaron la odisea de limpieza. Y en cierto momento la chica lanzó una interesante pregunta. El chico no pudo evitar sonreír ante la cuestión, pues si realmente lo pensaba, habían ahorrado un buen tiempo gracias a los particulares movimientos del títere. Moguko era realmente audaz, pues quizás otra persona ni se hubiese percatado de ese hecho.
—Quizás llevaríamos una o dos salas menos. Igual entre dos personas la limpieza de éstos quirófanos tampoco sería demasiado duro. —Contestó, quitando hierro al asunto.
Y conforme fueron acabando esa sala, y salieron, la marioneta volvió a convertirse en un rodillo de limpieza, que fulminó a toda velocidad la suciedad del suelo. El chico cerraría la sala tras sacar a la marioneta, y también los productos de limpieza. Llevaría consigo parte de éstos a la siguiente sala, y junto a Moguko y la marioneta terminarían trasladando el resto. Como anteriormente.
El quirófano que tenían ahora frente a ellos estaba casi igual al anterior, pero en éste caso la víctima del accidente o el operado no había tenido tanta suerte por lo visto. Había bastante más sangre, e incluso había sobre la camilla una sierra y varios útiles un tanto ensangrentados. El chico no pudo evitar una mueca de desagrado, pues a su mente se vinieron mil y una formas de usar esas herramientas...
—Uffff... —Apartó la mirada por un instante, armándose de valor. —¿Crees que fuese una amputación? Que desagradable...
Pero les pagaban por limpiar esa grotesca escena, y con menos ganas que otra cosa, el chico mandaría a la marioneta para dar limpieza a lo más dantesco: La camilla. Él se encargaría de recoger las herramientas, evitando que así tuviera Moguko que tocar demasiada sangre. No se lo desearía a nadie.
Por lo menos quedaba el alivio de quedar sólo esa sala y dos más. Ya casi habían acabado.
—Quizás llevaríamos una o dos salas menos. Igual entre dos personas la limpieza de éstos quirófanos tampoco sería demasiado duro. —Contestó, quitando hierro al asunto.
Y conforme fueron acabando esa sala, y salieron, la marioneta volvió a convertirse en un rodillo de limpieza, que fulminó a toda velocidad la suciedad del suelo. El chico cerraría la sala tras sacar a la marioneta, y también los productos de limpieza. Llevaría consigo parte de éstos a la siguiente sala, y junto a Moguko y la marioneta terminarían trasladando el resto. Como anteriormente.
El quirófano que tenían ahora frente a ellos estaba casi igual al anterior, pero en éste caso la víctima del accidente o el operado no había tenido tanta suerte por lo visto. Había bastante más sangre, e incluso había sobre la camilla una sierra y varios útiles un tanto ensangrentados. El chico no pudo evitar una mueca de desagrado, pues a su mente se vinieron mil y una formas de usar esas herramientas...
—Uffff... —Apartó la mirada por un instante, armándose de valor. —¿Crees que fuese una amputación? Que desagradable...
Pero les pagaban por limpiar esa grotesca escena, y con menos ganas que otra cosa, el chico mandaría a la marioneta para dar limpieza a lo más dantesco: La camilla. Él se encargaría de recoger las herramientas, evitando que así tuviera Moguko que tocar demasiada sangre. No se lo desearía a nadie.
Por lo menos quedaba el alivio de quedar sólo esa sala y dos más. Ya casi habían acabado.