28/05/2022, 16:23
Con una sala menos a la espalda, los genins quedaban con tan solo dos salas más por ataviar o higienizar. Ambos coincidieron en el comentario, quizás deseando acabar de una vez. Eso, o quizás con ganas de llevarse el incentivo por acabar una misión. Al menos el titiritero sí que necesitaba ese jugoso dinero, pues el dinero no caía del cielo, y las marionetas no eran precisamente baratas. Con el dinero de esa misión, seguramente incluso terminase a Mimi. Ganas no le faltaban, eso seguro.
Moguko quedó por instante meditando, y terminó por informar que quizás en un futuro ese podía llegar a ser su labor. Su futuro. Dijo que si se esforzaba podía llegar a verse trabajando en ésos quirófanos. Entre tanto, la chica comenzó a recoger el instrumental de operatorio, para llevarlo al lavabo del final de la sala. El chico mientras hizo lo que venía sacando maestría, limpiar con la marioneta los pocos restos de color carmesí. Meditando sobre su futuro, y lo que debía ser el camino que aún le quedaba, la chica acabó por sugerir que los médicos de allí debían ser muy buenos.
El titiritero afirmó con la cabeza, totalmente de a cuerdo. —Así es, deben ser muy buenos. Pero no te desanimes, trabajando duro lograrás lo que buscas, señorita Moguko.
Con todo recogido y limpiado, de nuevo llegaba la hora de sacar el instrumental de limpieza, limpiar las mopas y acabar saliendo. Al hacerlo, dejaban paso libre a la marioneta —Momo— para que acabase de fulminar el trabajo, fregando el suelo. Una vez terminado, podrían dirigirse a la última sala. Eso sí, no sin antes cerrar la puerta al salir el títere.
—La última. —Informó de lo obvio.
La sala que quedaba tenía unas manchas de suelas en el suelo, poco material de operación sobre la camilla, y un poco de sangre en la misma. Si se ponían manos a la obra, acabarían en menos de lo que se tarda en cerrar y abrir los ojos.
Moguko quedó por instante meditando, y terminó por informar que quizás en un futuro ese podía llegar a ser su labor. Su futuro. Dijo que si se esforzaba podía llegar a verse trabajando en ésos quirófanos. Entre tanto, la chica comenzó a recoger el instrumental de operatorio, para llevarlo al lavabo del final de la sala. El chico mientras hizo lo que venía sacando maestría, limpiar con la marioneta los pocos restos de color carmesí. Meditando sobre su futuro, y lo que debía ser el camino que aún le quedaba, la chica acabó por sugerir que los médicos de allí debían ser muy buenos.
El titiritero afirmó con la cabeza, totalmente de a cuerdo. —Así es, deben ser muy buenos. Pero no te desanimes, trabajando duro lograrás lo que buscas, señorita Moguko.
Con todo recogido y limpiado, de nuevo llegaba la hora de sacar el instrumental de limpieza, limpiar las mopas y acabar saliendo. Al hacerlo, dejaban paso libre a la marioneta —Momo— para que acabase de fulminar el trabajo, fregando el suelo. Una vez terminado, podrían dirigirse a la última sala. Eso sí, no sin antes cerrar la puerta al salir el títere.
—La última. —Informó de lo obvio.
La sala que quedaba tenía unas manchas de suelas en el suelo, poco material de operación sobre la camilla, y un poco de sangre en la misma. Si se ponían manos a la obra, acabarían en menos de lo que se tarda en cerrar y abrir los ojos.