4/06/2022, 02:09
*Finalmente se encontraban en el terreno donde las kunoichis tendrían pronto su combate de entrenamiento. Sayori no pudo evitar observar los alrededores, notaba que la niebla podría suponer un problema para ambas pero a su vez agregaría algo muy interesante a su batalla, siguió a Moguko hasta la construcción donde observó que dejaba sus objetos bien protegidos de la lluvia, aquel “postre” que ya quería saber qué era y un par de cosas más. Sayori no llevaba nada “extra” así que solo aguardó bajo la construcción, cubriéndose de la lluvia hasta que decidieran comenzar. Vio que Moguko se dirigió a ella y le daba la oportunidad de observar su Wakizashi más de cerca, no dudó ni por un momento así que la sostuvo y empezó a observar detenidamente, tenía que ver esa arma a detalle.
No era de extrañar que la kunoichi al haber visto de cerca el trabajo de su padre y haber admirado las armas que él fabricaba, haya adquirido conocimientos en esta área. Lo primero que notó fue el peso de la espada que poseía buen balance, observó los elementos que adornaban la funda, se podía ver que el fabricante había puesto mucho cariño a la hora de forjarla y que los elementos utilizados en cada parte eran de calidad, sin duda la personalización que tenía la espada hacía conjunto con el atuendo de la médica.*
- Wow…
*Luego de examinarla externamente por varios minutos la sostuvo con ambas manos y la desenvainó, quería ver si la hoja de la espada estaba a la altura del resto del arma. Tenía un brillo y un filo que indicaba que su usuario la limpiaba y daba mantenimiento con frecuencia, Sayori la sostuvo un momento con una mano y la empezó a agitar lentamente, sintiendo una vez más el peso de la espada, ahora ya sin su funda. La sujetó nuevamente con ambas manos y empezó a lanzar movimientos al aire, probando la velocidad y midiendo al ojo la distancia. El arma no tenía nada extraordinario en este aspecto pero había podido comprobar que en efecto estaba bien construida.
La kodachi que llevaba Sayori no tenía nada de especial grabado o detalles que la hagan destacar de cualquier espada común, después de todo lo importante era que cumpla su función o al menos eso había aprendido de su padre quien de vez en cuando recibía algún cliente que solicitaba un modelo o grabado único, pero estas personas eran coleccionistas o gente que las quería para exhibición pues en una batalla había riesgo de que se dañe algún decorado, y ahora que lo pensaba mejor, se sentiría muy mal si llegase a romper cualquier parte de esa espada a la cual le habían dedicado bastante cariño. Volvió a guardar la Wakizashi en su funda y se la devolvió a Moguko.*
- Tus padres te dieron un buen regalo, es una gran espada, cuídala mucho...
*Le comentó, y ahora giraba la mirada y observaba el que sería su campo de batalla dentro de poco. Se sentía emocionada, ansiosa y un poco impaciente por empezar, comenzó a estirarse un poco para relajar los músculos y elevó ligeramente la mirada hacia la kunoichi.*
- Podemos empezar cuando quieras y pelea con todo
No era de extrañar que la kunoichi al haber visto de cerca el trabajo de su padre y haber admirado las armas que él fabricaba, haya adquirido conocimientos en esta área. Lo primero que notó fue el peso de la espada que poseía buen balance, observó los elementos que adornaban la funda, se podía ver que el fabricante había puesto mucho cariño a la hora de forjarla y que los elementos utilizados en cada parte eran de calidad, sin duda la personalización que tenía la espada hacía conjunto con el atuendo de la médica.*
- Wow…
*Luego de examinarla externamente por varios minutos la sostuvo con ambas manos y la desenvainó, quería ver si la hoja de la espada estaba a la altura del resto del arma. Tenía un brillo y un filo que indicaba que su usuario la limpiaba y daba mantenimiento con frecuencia, Sayori la sostuvo un momento con una mano y la empezó a agitar lentamente, sintiendo una vez más el peso de la espada, ahora ya sin su funda. La sujetó nuevamente con ambas manos y empezó a lanzar movimientos al aire, probando la velocidad y midiendo al ojo la distancia. El arma no tenía nada extraordinario en este aspecto pero había podido comprobar que en efecto estaba bien construida.
La kodachi que llevaba Sayori no tenía nada de especial grabado o detalles que la hagan destacar de cualquier espada común, después de todo lo importante era que cumpla su función o al menos eso había aprendido de su padre quien de vez en cuando recibía algún cliente que solicitaba un modelo o grabado único, pero estas personas eran coleccionistas o gente que las quería para exhibición pues en una batalla había riesgo de que se dañe algún decorado, y ahora que lo pensaba mejor, se sentiría muy mal si llegase a romper cualquier parte de esa espada a la cual le habían dedicado bastante cariño. Volvió a guardar la Wakizashi en su funda y se la devolvió a Moguko.*
- Tus padres te dieron un buen regalo, es una gran espada, cuídala mucho...
*Le comentó, y ahora giraba la mirada y observaba el que sería su campo de batalla dentro de poco. Se sentía emocionada, ansiosa y un poco impaciente por empezar, comenzó a estirarse un poco para relajar los músculos y elevó ligeramente la mirada hacia la kunoichi.*
- Podemos empezar cuando quieras y pelea con todo
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