4/06/2022, 15:20
Ya a sabiendas de cómo podía resultar salir a la guerra, la chica se quejó. Para ella había una oportunidad de ser útil en las filas, dando la cara como otros muchos shinobis hacían. Pero lo que la kunoichi no tenía en cuenta, era que su poca experiencia en el campo de batalla podía jugar en su contra muy duro. Tan duro como tener que dormir en una cama de clavos. El hombre, aunque había escuchado a la chica, hizo oídos sordos. No iba a rebatirle eso, pues era obvio.
Conforme avanzaron por la nueva sala, la chica dejó escapar un comentario que no pudo hacer más feliz al anciano. Dijo que le encantaba lo que veía, e incluso quedó por un instante inmersa en su mundo. La chica quedó con los brazos abiertos, y los ojos tan abiertos como un gato al encontrar algo interesante. Terminó por volver a la realidad, y se acomodó las gafas, para tras ello pedir perdón por emocionarse. El hombre rio, realmente esa era la emoción que quería impregnar en sus armas y armaduras.
—No te preocupes, joven. Se nota tu amor por un buen acero. Tienes buen ojo. —Contestó. —¡Jie Jie Jie!.
La chica volteó hacia el herrero, y preguntó sin preámbulo si un shinobi de su rango podía acceder a una armadura de semejante calidad. La verdad, en condiciones normales quizás a un genin le costase varios sueldos y misiones poder permitírselas, pero en éste tiempo que corría tenían un precio inferior a lo normal. De hecho, algunas estaban siendo incluso donadas a la armería principal de la villa. Todo fuese por la victoria.
—Todo shinobi puede acceder a éste acero. Quizás más adelante se revaloricen, y eleve su precio. Pero ahora mismo el dinero no servirá de nada si el Zorro gana, así que sí.
Conforme avanzaron por la nueva sala, la chica dejó escapar un comentario que no pudo hacer más feliz al anciano. Dijo que le encantaba lo que veía, e incluso quedó por un instante inmersa en su mundo. La chica quedó con los brazos abiertos, y los ojos tan abiertos como un gato al encontrar algo interesante. Terminó por volver a la realidad, y se acomodó las gafas, para tras ello pedir perdón por emocionarse. El hombre rio, realmente esa era la emoción que quería impregnar en sus armas y armaduras.
—No te preocupes, joven. Se nota tu amor por un buen acero. Tienes buen ojo. —Contestó. —¡Jie Jie Jie!.
La chica volteó hacia el herrero, y preguntó sin preámbulo si un shinobi de su rango podía acceder a una armadura de semejante calidad. La verdad, en condiciones normales quizás a un genin le costase varios sueldos y misiones poder permitírselas, pero en éste tiempo que corría tenían un precio inferior a lo normal. De hecho, algunas estaban siendo incluso donadas a la armería principal de la villa. Todo fuese por la victoria.
—Todo shinobi puede acceder a éste acero. Quizás más adelante se revaloricen, y eleve su precio. Pero ahora mismo el dinero no servirá de nada si el Zorro gana, así que sí.