9/06/2022, 15:39
Antes de siquiera poder salir de un entuerto, los padres de Ranko volvían a meter a Lyndis en una nueva tesitura, a la que no sabía exactamente como responder. ¿Casarse? ¿Ya? Si prácticamente se conocían desde hace un año, aunque eso no les impidió empezar a salir juntas la una con la otra. Pero el matrimonio era otra historia, era algo mucho más serio que robarse unos besos a escondidas en las calles o unas caricias y miradas cada vez que coincidían. Pero... ¿Pero y porque no?
— No es algo que tuviéramos presente, pues llevamos saliendo hace poco... — dijo llevándose una mano al mentón, y desviando la mirada sobre el plato durante un par de segundos, para después mirar con decisión a quien presidía la mesa con las manos sobre esta, a quien parecía ahora mismo el más crítico y reacio a esa relación. — Pero si, me encantaría casarme con su hija. Sin duda alguna. Y daré mi vida en la guerra sin pestañear dos veces si su vida está en peligro.
Frunció el ceño, y no miro a nadie más en la sala, solo y exclusivamente a Kinzaemon con un semblante serio y transmitiendo una tensión que fácilmente podría cortarse con un cuchillo de untar.
— No es algo que tuviéramos presente, pues llevamos saliendo hace poco... — dijo llevándose una mano al mentón, y desviando la mirada sobre el plato durante un par de segundos, para después mirar con decisión a quien presidía la mesa con las manos sobre esta, a quien parecía ahora mismo el más crítico y reacio a esa relación. — Pero si, me encantaría casarme con su hija. Sin duda alguna. Y daré mi vida en la guerra sin pestañear dos veces si su vida está en peligro.
Frunció el ceño, y no miro a nadie más en la sala, solo y exclusivamente a Kinzaemon con un semblante serio y transmitiendo una tensión que fácilmente podría cortarse con un cuchillo de untar.
¡Gracias a Ranko por el avatar!