18/06/2022, 00:05
—Se hace tarde. —dijo Kizaemon. Parecía haber perdido la paciencia. Se puso de pie, y su esposa le imitó. Las Sagisō les miraron sorprendidas.
—¡Oh, es cierto! —Komachi les dedicó a todos los presentes una reverencia —. A su padre le salió un imprevisto en la tarde. Hicimos un espacio para la cena, pero ambos tenemos que atenderlo antes de que partamos al frente. Una disculpa enorme, Lyndis-chan, espero que hayas disfrutado la cena y espero que descanses bien.
Meme seguía soltando risitas, pero Ranko se notaba realmente sorprendida.
—M-madre...
—No te preocupes, Ran-chan, regresaremos mañana temprano. Estaré lista para que ambas nos vayamos a tiempo.
Obviamente, eso no era lo que Ranko quería preguntar, pero no dijo nada más. Los padres se levantaron, y las hermanas hicieron lo mismo.
—Un gusto, Zhaoren-san. —se despidió Kizaemon, aunque lo hacía más por cortesía que por querer hacerlo.
Mientras su esposo abandonaba la habitación, Komachi, se acercó a Lyndis y le susurró algo.
—Eres fuerte y atrevida. Y si le gustaste a Ranko, debes tener buen corazón. Espero verte más seguido, Lyndis-chan.
Le dio una palmada en la espalda y fue tras Kizaemon.
—Pues me voy a dormir. Trabajo mejor de mañana. Chau. —dijo Kuumi, partiendo también. Sólo Meme y Ranko quedaron en la habitación junto con la peliplateada así como un par de sirvientes esperando para limpiar la mesa.
—¡Oh, es cierto! —Komachi les dedicó a todos los presentes una reverencia —. A su padre le salió un imprevisto en la tarde. Hicimos un espacio para la cena, pero ambos tenemos que atenderlo antes de que partamos al frente. Una disculpa enorme, Lyndis-chan, espero que hayas disfrutado la cena y espero que descanses bien.
Meme seguía soltando risitas, pero Ranko se notaba realmente sorprendida.
—M-madre...
—No te preocupes, Ran-chan, regresaremos mañana temprano. Estaré lista para que ambas nos vayamos a tiempo.
Obviamente, eso no era lo que Ranko quería preguntar, pero no dijo nada más. Los padres se levantaron, y las hermanas hicieron lo mismo.
—Un gusto, Zhaoren-san. —se despidió Kizaemon, aunque lo hacía más por cortesía que por querer hacerlo.
Mientras su esposo abandonaba la habitación, Komachi, se acercó a Lyndis y le susurró algo.
—Eres fuerte y atrevida. Y si le gustaste a Ranko, debes tener buen corazón. Espero verte más seguido, Lyndis-chan.
Le dio una palmada en la espalda y fue tras Kizaemon.
—Pues me voy a dormir. Trabajo mejor de mañana. Chau. —dijo Kuumi, partiendo también. Sólo Meme y Ranko quedaron en la habitación junto con la peliplateada así como un par de sirvientes esperando para limpiar la mesa.
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