13/02/2016, 03:35
(Última modificación: 13/02/2016, 03:37 por Uchiha Datsue.)
Hiromi escuchó con calma sus nombres, clavando los ojos en las bandanas que ambos ninjas le mostraron. Sólo entonces asintió, conforme.
—Supongo que deberemos seguir sus órdenes ¿Verdad? ¿O tenemos la libertad de actuar por nuestra cuenta?
Hiromi miró a Karamaru entre ofendido y sorprendido.
—¿Dar órdenes yo? —negó con la cabeza—. No soy quién para eso. Pero mi padre solía decirme que había una manera correcta de hacer las cosas. Tened eso en cuenta y no habrá problemas.
Entocnes suspiró. De repente, parecía más cansado y viejo. Más incluso de lo que ya era.
—Será mejor que te quedes fuera, Yoshi. Lo que hay dentro no es agradable de ver.
Yoshi asintió con rapidez. Parecía aliviado.
—Karamaru, Noemi —dijo mirando a cada uno—. Acompañadme.
Dio media vuelta y empujó la puerta para entrar. No hacía falta girar la manilla, pues directamente estaba reventada. Como si alguien muy bruto la hubiese aporreado a golpes.
El interior no era muy grande. A la izquierda se veía una chimenea con las brasas apagadas, con dos sillas mecedoras en frente y una mesa pequeña en medio de ellas, con dos vasos encima. La luz que pasaba a través de la ventana dejaba distinguir una cocina más al fondo, de piedra, junto con una mesa rectangular en la que no cabrían más de seis personas. A la derecha de la vivienda, dos puertas más, y en la pared que había entre ellas colgaba la piel de un leopardo disecado.
Sin embargo, Hiromi se dirigió al frente. Hacia una puerta que estaba ya abierta. Se quedó en un lateral, sin pasar, y levantó un brazo para invitarles a entrar. Era la habitación de Ryoma.
La habitación contaba con una pequeña ventana junto a la cama, por la que entraban varias gotitas de lluvia y una más que generosa corriente de aire frío. Al lado de la cama, un baúl. Al otro lado, una mesita, y un armario pegado a la pared. Sin embargo, seguramente ambos ninjas no se fijasen en aquello. Al menos no de primeras. Lo que pedía a gritos mirar, y a la vez cerrar los ojos, era el cuerpo de un hombre de mediana edad, desnudo salvo por los calzoncillos que portaba, y bañado en sangre. En mucha sangre. Las sábanas estaban teñidas por aquel color carmesí, e incluso se había formado un pequeño charco en el suelo, medio diluido por el agua que se había colado por la ventana.
A simple vista, el hombre había sufrido una decena de puñaladas en el pecho, pues aquello era un amasijo de carne y sangre seca. Sin embargo, en su rostro estaba dibujada una sonrisa, con los ojos abiertos, sin vida. Es más, sonreía de oreja a oreja, como si todo aquello le resultase muy gracioso. O quizá simplemente era por el tajo que le habían abierto de lado a lado. Un corte transversal que había rasgado por completo sus mejillas, abriendo su boca en una suerte de mueca eterna.
Datsue se ruborizó ligeramente ante la pregunta de la mujer. Se había dejado llevar demasiado por las emociones. En fin, toca mostrar las cartas...
—Para nada. Simplemente no he podido evitar escucharos. ¿Hablabais de un asesinato, no es cierto? Menuda tragedia... —Datsue no parecía para nada apenado—. Por suerte para vosotras, soy un shinobi de Takigakure. De los mejores, aunque suene ostentoso decirlo por mi parte... —Se levantó—. No debéis temer, hallaré al asesino y devolveré la tranquilidad que se merece este distinguido pueblo.
Pero la mujer no pareció sentirse aliviada. Es más, acababa de arrugar el entrecejo.
—Muchos ninjas aparecen últimamente por el pueblo —lo dijo de tal modo que parecía una acusación. Datsue se limitó a encogerse de hombros.
—¡Yumiko! —exclamó la otra—. No seas borde... Cuantos más puedan ayudarnos, mejor —miró a Datsue y le dedicó una sonrisa amable. Sus ojos, por el contrario, seguían enrojecidos por el llanto—. Hay otra kunoichi ocupándose de ello actualmente. Quizá podríais colaborar, ¿no?
—De hecho pertenecéis a la misma Aldea —intervino un hombre, el único que quedaba por hablar. Nada más verlo al entrar en la posada a Datsue ya no le había causado muy buena impresión. Ahora que le escuchaba hablar, todavía le gustaba menos.
—Así que de Takigakure... —Dentro de lo malo, algo es algo. Debería serme más fácil llegar a un acuerdo con ella—. ¿Cómo se llama?
—Supongo que deberemos seguir sus órdenes ¿Verdad? ¿O tenemos la libertad de actuar por nuestra cuenta?
Hiromi miró a Karamaru entre ofendido y sorprendido.
—¿Dar órdenes yo? —negó con la cabeza—. No soy quién para eso. Pero mi padre solía decirme que había una manera correcta de hacer las cosas. Tened eso en cuenta y no habrá problemas.
Entocnes suspiró. De repente, parecía más cansado y viejo. Más incluso de lo que ya era.
—Será mejor que te quedes fuera, Yoshi. Lo que hay dentro no es agradable de ver.
Yoshi asintió con rapidez. Parecía aliviado.
—Karamaru, Noemi —dijo mirando a cada uno—. Acompañadme.
Dio media vuelta y empujó la puerta para entrar. No hacía falta girar la manilla, pues directamente estaba reventada. Como si alguien muy bruto la hubiese aporreado a golpes.
El interior no era muy grande. A la izquierda se veía una chimenea con las brasas apagadas, con dos sillas mecedoras en frente y una mesa pequeña en medio de ellas, con dos vasos encima. La luz que pasaba a través de la ventana dejaba distinguir una cocina más al fondo, de piedra, junto con una mesa rectangular en la que no cabrían más de seis personas. A la derecha de la vivienda, dos puertas más, y en la pared que había entre ellas colgaba la piel de un leopardo disecado.
Sin embargo, Hiromi se dirigió al frente. Hacia una puerta que estaba ya abierta. Se quedó en un lateral, sin pasar, y levantó un brazo para invitarles a entrar. Era la habitación de Ryoma.
La habitación contaba con una pequeña ventana junto a la cama, por la que entraban varias gotitas de lluvia y una más que generosa corriente de aire frío. Al lado de la cama, un baúl. Al otro lado, una mesita, y un armario pegado a la pared. Sin embargo, seguramente ambos ninjas no se fijasen en aquello. Al menos no de primeras. Lo que pedía a gritos mirar, y a la vez cerrar los ojos, era el cuerpo de un hombre de mediana edad, desnudo salvo por los calzoncillos que portaba, y bañado en sangre. En mucha sangre. Las sábanas estaban teñidas por aquel color carmesí, e incluso se había formado un pequeño charco en el suelo, medio diluido por el agua que se había colado por la ventana.
A simple vista, el hombre había sufrido una decena de puñaladas en el pecho, pues aquello era un amasijo de carne y sangre seca. Sin embargo, en su rostro estaba dibujada una sonrisa, con los ojos abiertos, sin vida. Es más, sonreía de oreja a oreja, como si todo aquello le resultase muy gracioso. O quizá simplemente era por el tajo que le habían abierto de lado a lado. Un corte transversal que había rasgado por completo sus mejillas, abriendo su boca en una suerte de mueca eterna.
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Datsue se ruborizó ligeramente ante la pregunta de la mujer. Se había dejado llevar demasiado por las emociones. En fin, toca mostrar las cartas...
—Para nada. Simplemente no he podido evitar escucharos. ¿Hablabais de un asesinato, no es cierto? Menuda tragedia... —Datsue no parecía para nada apenado—. Por suerte para vosotras, soy un shinobi de Takigakure. De los mejores, aunque suene ostentoso decirlo por mi parte... —Se levantó—. No debéis temer, hallaré al asesino y devolveré la tranquilidad que se merece este distinguido pueblo.
Pero la mujer no pareció sentirse aliviada. Es más, acababa de arrugar el entrecejo.
—Muchos ninjas aparecen últimamente por el pueblo —lo dijo de tal modo que parecía una acusación. Datsue se limitó a encogerse de hombros.
—¡Yumiko! —exclamó la otra—. No seas borde... Cuantos más puedan ayudarnos, mejor —miró a Datsue y le dedicó una sonrisa amable. Sus ojos, por el contrario, seguían enrojecidos por el llanto—. Hay otra kunoichi ocupándose de ello actualmente. Quizá podríais colaborar, ¿no?
—De hecho pertenecéis a la misma Aldea —intervino un hombre, el único que quedaba por hablar. Nada más verlo al entrar en la posada a Datsue ya no le había causado muy buena impresión. Ahora que le escuchaba hablar, todavía le gustaba menos.
—Así que de Takigakure... —Dentro de lo malo, algo es algo. Debería serme más fácil llegar a un acuerdo con ella—. ¿Cómo se llama?
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado