17/07/2022, 17:42
Salvo alguna persona suelta, todas fueron relativamente fáciles de localizar, por lo que no le llevo más de un par de horas hablar con ellos y que respondieran a un par de preguntas simples. Con los que no tuvo tanta suerte, ya habían salido por piernas de la ciudad. Ren se paró un momento a comprar algo de comer en un puesto de comida cercano, para reflexionar un poco sobre lo que había conseguido hasta ahora.
Unos lo veían como un héroe, un liberador y un luchador de la justicia que caía sobre mafiosos y otros malhechores con el objetivo de hacerles pagar por sus crímenes. Actuaba solo, y no debería de tener muchos recursos, sino a los más altos cargos que dirigían desde las altas oficinas, acabaría entre rejas empapeladas por lo que habían hecho.
Las bolas de arroz estaban mejores de lo que había esperado.
Y por el lado contrario, otros lo veían como una persona peligrosa que tan solo formaba parte de la gentuza de los suburbios. Podría ser un mercenario a sueldo que se dedicaba a dar un escarmiento a los endeudados, gente que no cedía sus territorios o que podían ser potencialmente peligrosos para sus negocios. Criminales ocupándose de criminales, y de esa forma no involucrar a las autoridades para que el negocio pudiera seguir en marcha más tiempo.
Hasta que cruzó una línea roja. Como las judías rojas del dorayaki que había cogido de postre.
En cualquier caso ya tan solo quedaban dos personas de las que ocuparse. El gimnasio de la Jungla azul era el más cercano en aquel momento, así que tras deshacerse de los envases en una papelera cercana, Ren se dirigió hasta allí y entraría si nada se lo impedía como una deportista más del lugar.
Unos lo veían como un héroe, un liberador y un luchador de la justicia que caía sobre mafiosos y otros malhechores con el objetivo de hacerles pagar por sus crímenes. Actuaba solo, y no debería de tener muchos recursos, sino a los más altos cargos que dirigían desde las altas oficinas, acabaría entre rejas empapeladas por lo que habían hecho.
Las bolas de arroz estaban mejores de lo que había esperado.
Y por el lado contrario, otros lo veían como una persona peligrosa que tan solo formaba parte de la gentuza de los suburbios. Podría ser un mercenario a sueldo que se dedicaba a dar un escarmiento a los endeudados, gente que no cedía sus territorios o que podían ser potencialmente peligrosos para sus negocios. Criminales ocupándose de criminales, y de esa forma no involucrar a las autoridades para que el negocio pudiera seguir en marcha más tiempo.
Hasta que cruzó una línea roja. Como las judías rojas del dorayaki que había cogido de postre.
En cualquier caso ya tan solo quedaban dos personas de las que ocuparse. El gimnasio de la Jungla azul era el más cercano en aquel momento, así que tras deshacerse de los envases en una papelera cercana, Ren se dirigió hasta allí y entraría si nada se lo impedía como una deportista más del lugar.