19/07/2022, 22:58
Gyūki se mantuvo en silencio, al menos un poco más.
Porque lo que venía no era algo a lo que Reiji pudiera enfrentarse con una espada. Las aguas se abombaron como si un cuenco puesto del revés las partiera. Asomaron lo que parecieran ser unas espinas de color verduzco. Luego una coraza, como la de una tortuga, pero lisa, donde esas escamas comenzaban. Bajo ella, un cuerpo rojo, de color granate, y un rostro también verde, monstruoso, pero extrañamente humano. Extrañamente familiar. Tenía el ojo derecho cerrado. El derecho, gigantesco, de esclerótica roja e iris dorado, estaba clavado en ellos.
—Isobu.
Entonces emergieron del mar las tres colas...
...del Sanbi.
Porque lo que venía no era algo a lo que Reiji pudiera enfrentarse con una espada. Las aguas se abombaron como si un cuenco puesto del revés las partiera. Asomaron lo que parecieran ser unas espinas de color verduzco. Luego una coraza, como la de una tortuga, pero lisa, donde esas escamas comenzaban. Bajo ella, un cuerpo rojo, de color granate, y un rostro también verde, monstruoso, pero extrañamente humano. Extrañamente familiar. Tenía el ojo derecho cerrado. El derecho, gigantesco, de esclerótica roja e iris dorado, estaba clavado en ellos.
—Isobu.
Entonces emergieron del mar las tres colas...
...del Sanbi.