29/07/2022, 00:55
Yamanouchi Moguko pareció interpretar de manera incorrecta la reacción, o más bien el comentario por parte del marionetista. Pareció dar la impresión de que se encontraba disgustado, o quizás triste por el hecho de que el acero hubiese atravesado a su marioneta. Pero en realidad era todo lo contrario, se estaba esforzando en crear la defensa definitiva, y ver fallas o errores en su creación era encontrar en qué debía mejorarla. Si había sacado algo en conclusión, era que necesitaba reforzar algunas partes de su "amadura", o quizás ponerle placas de metal para bloquear armas, cortes más bien.
—Al contrario, señorita Moguko. Encontrar debilidades en Mimi es localizar dónde debo trabajar más. Gracias a tu esfuerzo, y al buen acero del señor Hirohito, he visto que mi creación flaquea a la hora de detener un corte. Tendré que trabajar en ello, buscándole alguna manera de acoplar un escudo o algo similar.
»Y gracias, señor Hirohito. Me halaga que considere buena la capacidad defensiva de mi obra.
El herrero tomó el acero que tenía a pocos metros, el trozo de espada que había saltado con el impacto. Lo observó por un instante, y sonrió. —Yo también tendré que mejorar la calidad de mi acero por lo que veo. No estoy a la altura aún.
La chica contestó en cuanto el chico preguntó por su estado. Parecía estar bien, aunque le estuviese siendo bien sufrida la tarea. Pero sus ánimos no se disipaban, si no todo lo contrario. Apenas recuperada del impacto, sentenció que debían quitar el trozo de metal de Mimo y seguir. Dicho eso, la joven comenzó a buscar algo. Su mirada iba de lugar en lugar, como si estuviese escaneando el lugar en busca de algo concreto.
—Por favor, ¿podrías agarrar a Mimo?.
El titiritero movió a la marioneta hasta su compañera de trabajo, con la intención de que ésta le hiciese el favor. Si ella aceptaba, podría ver cómo el chico conectaba varios hilos a la espada, o a lo que quedaba de ella. Con un movimiento hacia sí mismo, la espada saldría disparada hacia el suelo, resonando contra el suelo en varios golpes. Algo un poco escandaloso, la verdad.
—¿Qué probarán ahora, chicos?.
—Mmmm... ¿Quizás un arma de golpeo? ¿Un martillo o algo similar?. —Preguntó el chico, un tanto indeciso.
—Al contrario, señorita Moguko. Encontrar debilidades en Mimi es localizar dónde debo trabajar más. Gracias a tu esfuerzo, y al buen acero del señor Hirohito, he visto que mi creación flaquea a la hora de detener un corte. Tendré que trabajar en ello, buscándole alguna manera de acoplar un escudo o algo similar.
»Y gracias, señor Hirohito. Me halaga que considere buena la capacidad defensiva de mi obra.
El herrero tomó el acero que tenía a pocos metros, el trozo de espada que había saltado con el impacto. Lo observó por un instante, y sonrió. —Yo también tendré que mejorar la calidad de mi acero por lo que veo. No estoy a la altura aún.
La chica contestó en cuanto el chico preguntó por su estado. Parecía estar bien, aunque le estuviese siendo bien sufrida la tarea. Pero sus ánimos no se disipaban, si no todo lo contrario. Apenas recuperada del impacto, sentenció que debían quitar el trozo de metal de Mimo y seguir. Dicho eso, la joven comenzó a buscar algo. Su mirada iba de lugar en lugar, como si estuviese escaneando el lugar en busca de algo concreto.
—Por favor, ¿podrías agarrar a Mimo?.
El titiritero movió a la marioneta hasta su compañera de trabajo, con la intención de que ésta le hiciese el favor. Si ella aceptaba, podría ver cómo el chico conectaba varios hilos a la espada, o a lo que quedaba de ella. Con un movimiento hacia sí mismo, la espada saldría disparada hacia el suelo, resonando contra el suelo en varios golpes. Algo un poco escandaloso, la verdad.
—¿Qué probarán ahora, chicos?.
—Mmmm... ¿Quizás un arma de golpeo? ¿Un martillo o algo similar?. —Preguntó el chico, un tanto indeciso.