Ojos de madera

[Amedama Daruu]

—Creo que el honor del que tú me hablas no es el que yo tengo. Yo no huiria dejando a nadie atras, ni lo haria por miedo o por cobardia. Obviamente, por supervivencia sí, pero no hay deshonor en ello. Si ahora tú quisieras pegarte conmigo y yo no viera ningún motivo por el cual entrar en tal conflicto, me iria.

—Es que es eso lo que digo. Hay quien dice que no, que te tienes que quedar ahí a morir. A ver, proteger a alguien o hacerlo por la aldea si te merece la pena, pues sí, pero...

Si te soy sincero, lo más probable es que si nos vemos otra vez, sea como enemigos. Es decir, tu eres de tu villa, yo soy de mi villa y el proximo paso son los examenes de chunnin, no sera pronto. Ni mucho menos. Pero no te preocupes, sé que eres una buena persona. Aunque seas mi enemigo, si se diera el caso, sé que puedo confiar en ti.

Daruu suspiró y se dio la vuelta para encarar a su acompañante.

—¿Tu crees que será como enemigos? Supongo que sí... Aunque no sé si a eso se le puede llamar enemigo —afirmó sin ninguna duda y se cruzó de brazos—. Quizás, competidores. No me gusta llamarlo enemigos. Aunque si hubiese una guerra...

«No me gusta pensar en esas cosas». Daruu sacudió la cabeza.

—Sea como sea, no sé por qué, algo me dice que eres fuerte. Si tenemos que enfrentarnos, será una buena pelea. Seguro.

Los ojos de Nabi, dos pozos negros sin fondo, lo analizaban como si estuviesen intentando hallar algo en él. Se cruzaron con los suyos un instante, pero Daruu sólo vio una versión más oscura de sí mismo.

Sintió un pequeño escalofrío.

—Bueno, supongo que deberíamos volver a nuestras aldeas. Se va a hacer tarde.