6/08/2022, 15:49
Paddo se despidió de los chicos con un vago movimiento de la mano, como si sus energias hubiesen acabado de abandonar su cuerpo.
Al salir del edificio, ambos se darían cuenta del silencio que acompañaba a la villa. No era un silencio pacifico, de que todo estaba bien, sino todo lo contrario. Era un silencio tenso, como el de la calma antes de la tormenta. Nadie lo decía en voz alta pero con cada día que pasaba la guerra estaba más cerca y el silencio se hacía más profundo.
Sin embargo, poco tenía eso que ver con los dos shinobis que salían en dirección al bosque a buscar una docena de flores. Quienes pronto se darían cuenta de que a pesar de tener el aspecto de la hierba en cuestión, no tenían ninguna pista sobre donde podía encontrarse o donde podía crecer. El Bosque de los Hongos no era precisamente pequeño y las hiebras podían crecer en el suelo, en los arboles, en cuevas, en grietas, incluso sobre animales gigantes.
Por suerte, tenían delante de ellos un buen día. El Sol brillaba, el viento soplaba y el bosque parecía darles la bienvenida con el suave mecer de las hojas de los arboles. Solo faltaba esperar que los animales les quisieran allí tanto como los arboles.
Al salir del edificio, ambos se darían cuenta del silencio que acompañaba a la villa. No era un silencio pacifico, de que todo estaba bien, sino todo lo contrario. Era un silencio tenso, como el de la calma antes de la tormenta. Nadie lo decía en voz alta pero con cada día que pasaba la guerra estaba más cerca y el silencio se hacía más profundo.
Sin embargo, poco tenía eso que ver con los dos shinobis que salían en dirección al bosque a buscar una docena de flores. Quienes pronto se darían cuenta de que a pesar de tener el aspecto de la hierba en cuestión, no tenían ninguna pista sobre donde podía encontrarse o donde podía crecer. El Bosque de los Hongos no era precisamente pequeño y las hiebras podían crecer en el suelo, en los arboles, en cuevas, en grietas, incluso sobre animales gigantes.
Por suerte, tenían delante de ellos un buen día. El Sol brillaba, el viento soplaba y el bosque parecía darles la bienvenida con el suave mecer de las hojas de los arboles. Solo faltaba esperar que los animales les quisieran allí tanto como los arboles.