5/09/2022, 23:34
Es verdad que las mañanas en Amegakure no son conocidas por ser especialmente cálidas. Pero el frío de aquella mañana ya formaba a ser un poco molesto, más que de costumbre para esa época del año. Sin embargo, eso no detenía la labor de las personas en la aldea. Ni unos ni otros. Comerciantes, cocineros, artesanos de todo tipo, ninjas. Sobre todo estos últimos, que abundan bastante por esas tierras y tienen gran demanda. Lo bueno de eso, es que había todo tipo de tareas para contratar a un ninja, incluso cosas muy simples que se les solía pedir a los más inexpertos.
En este caso, una clienta había pedido algo que parece ser simple. Pero a veces es complicado encontrar algo que se perdió, sobre todo si ese algo se mueve. Solo esperaba que, la kunoichi que recibiría su pergamino, esté despierta a esas horas.
El eterno traqueteo que producía la lluvia sobre la villa no impediría para nada que se escuchen los golpes en la puerta. Primero, dos toc toc moderados y suaves, los de toda la vida. Fueron acompañados por otros dos toc toc, un poco más fuertes e impacientes. Quizás aquella persona llevaba prisa para tocar tan rápido la puerta, aunque eso no lo vamos a saber. Sea quien sea la persona que abra la puerta, no vería a nadie afuera. Solo se toparía con un pergamino en el suelo.
Junto al pergamino vienen unas indicaciones para llegar a la casa de la dueña del gato, cosa que viene bien porque no está aclarado como es el gato en aquel escrito. Al menos que se intente hacer una búsqueda a ciegas de un gato en tan inmensa aldea, se iban a necesitar más detalles y solo esa persona los podía brindar. Además, era buen punto de partida la casa de donde se escapó para ver hacia donde termino yendo el felino.