Si bien las indicaciones eran sencillas y se encontraba en su misma aldea, bien hacía la muchacha en pedirle a su padre que le indique hacia donde tiene que ir. El sentido de la orientación de la kunoichi era cuestionable, por no decir otra cosa.
Se aseguró que llevaba todo lo que necesitaba y salió de su vivienda, armada con su equipo ninja y con la cabeza bien cubierta del frío.
Las indicaciones de Fubuki le ayudarían bastante. Pues, durante el camino, se daría cuenta que la casa de la mujer no estaba justamente a la vuelta de la esquina. Tampoco era muy lejos, pero si tardaría unos cuantos minutos caminando para toparse con su destino.
Era curioso. Sayori iba a reconocer la casa que estaba buscando muy fácilmente. No por alguna indicación que venía escrito ni tampoco por las propias de su padre. De hecho, los frentes de las casas aledañas eran bastantes parecidas entre sí. Todas muy normales, por cierto. Ni muy grandes ni muy chicas, de colores apagados. Ninguna destacaba mucho. Pero había una que tenía la puerta a media abrir. Se veía que tenía un cartel colgado en la puerta y, con una letra bastante grande y prolija, este ponía:
Entre ambas oraciones, había un espacio, como si faltará poner algo más.
Sacando eso, no vería nada más que le llame la atención. Por la calle no circulaban casi personas, como mucho pasaban uno o dos cada tanto.
Se aseguró que llevaba todo lo que necesitaba y salió de su vivienda, armada con su equipo ninja y con la cabeza bien cubierta del frío.
Las indicaciones de Fubuki le ayudarían bastante. Pues, durante el camino, se daría cuenta que la casa de la mujer no estaba justamente a la vuelta de la esquina. Tampoco era muy lejos, pero si tardaría unos cuantos minutos caminando para toparse con su destino.
Era curioso. Sayori iba a reconocer la casa que estaba buscando muy fácilmente. No por alguna indicación que venía escrito ni tampoco por las propias de su padre. De hecho, los frentes de las casas aledañas eran bastantes parecidas entre sí. Todas muy normales, por cierto. Ni muy grandes ni muy chicas, de colores apagados. Ninguna destacaba mucho. Pero había una que tenía la puerta a media abrir. Se veía que tenía un cartel colgado en la puerta y, con una letra bastante grande y prolija, este ponía:
Gato perdido.
Cualquier información sobre su paradero será gratamente agradecida.
Cualquier información sobre su paradero será gratamente agradecida.
Entre ambas oraciones, había un espacio, como si faltará poner algo más.
Sacando eso, no vería nada más que le llame la atención. Por la calle no circulaban casi personas, como mucho pasaban uno o dos cada tanto.