14/09/2022, 07:32
Si bien el gato andaba bastante concentrado comiendo, pudo detectar el movimiento de algo que no conocía. Sea instinto gatuno o animal en sí, o incluso callejero, su percepción le había dado la señal que alguien andaba por allí. En un principio, vería de lejos a Sayori, levantó su parte trasera con pelaje erizado y estuvo a punto de soltar un bufido. Pero, en medio de este con la boca abierta y mostrando sus dientes, parecía que había detectado otra cosa y detuvo su actuar. Cambió bastante de hecho. Parecía mucho más amigable y quizás hasta tierno.
Se fue acercando lentamente a la kunoichi, de manera delicada y sin preocuparse mucho porque la lluvia le de en su cuerpo. Su andar no se detuvo cuando llegó a la chica, sino que la pasó, pero rozándole todo el tobillo con su cuerpo, como si se estuviera frotando. Cuando terminó de pasar, parecía que se quería acercar al portaobjetos de la muchacha, detectando que ahí estaba lo que quería.
La Yuki, si quería, podía verificar que el tupper estaba bien sellado, pero parecía como que de alguna forma el olor había quedado impregnado en la tapa o, tal vez, tan solo el olor de ese alimento era muy fuerte. Y, no solo los gatos podían percibir más fácil este olor que los humanos corrientes, sino que también es un alimento que les suele gustar.
No se lo intentaría robar de ninguna manera, pero si andaba intentando treparse a ella para que le dé un poco de esas benditas sardinas.
Haga lo que haga, vería que otro gato apareció, este de color marrón. Subió a uno de los techos y estaba mirando a la ninja con buenos ojos mientras avanzaba hacia ella, quizás porque había escuchado al otro gato o, bueno, porque tenía un recipiente que guardaba rico pescado.
Se fue acercando lentamente a la kunoichi, de manera delicada y sin preocuparse mucho porque la lluvia le de en su cuerpo. Su andar no se detuvo cuando llegó a la chica, sino que la pasó, pero rozándole todo el tobillo con su cuerpo, como si se estuviera frotando. Cuando terminó de pasar, parecía que se quería acercar al portaobjetos de la muchacha, detectando que ahí estaba lo que quería.
La Yuki, si quería, podía verificar que el tupper estaba bien sellado, pero parecía como que de alguna forma el olor había quedado impregnado en la tapa o, tal vez, tan solo el olor de ese alimento era muy fuerte. Y, no solo los gatos podían percibir más fácil este olor que los humanos corrientes, sino que también es un alimento que les suele gustar.
No se lo intentaría robar de ninguna manera, pero si andaba intentando treparse a ella para que le dé un poco de esas benditas sardinas.
Haga lo que haga, vería que otro gato apareció, este de color marrón. Subió a uno de los techos y estaba mirando a la ninja con buenos ojos mientras avanzaba hacia ella, quizás porque había escuchado al otro gato o, bueno, porque tenía un recipiente que guardaba rico pescado.