15/09/2022, 23:17
Pero el kusajin no echó la mirada atrás en ningún momento. Tampoco lo necesitó. Sabía que tras suyo había al menos una persona mirándolo con ojos acusatorios, quizás más. Quizás era la Matasanos, quizás era el espíritu de Tres Dientes o quizás se trataba de él mismo. Todos sabían lo que había pasado la última vez, cuando fue demasiado blando. Él más que nadie, pero aún así no había aprendido la lección, pues era clase de persona. De los que ayudarían a un enemigo en problemas y seguirían alimentando al perro que le muerde la mano. En resumen: era un idiota.
— Bien... —Diría, aflojando su agarre y apartándose de ella, todavía sin quitarle la mirada de encima—. Saldremos de aquí juntos. Hasta entonces somos un equipo.
Miró al médico de reojo, antes de volver a mirar a la Hambrienta.
— Comprueben si está vivo para hacerle unas preguntas, por favor. Quizás sea nuestra clave para salir de aquí. —Les dijo, volviendo a ser el Daigo que pide y no el Daigo que ordena—. Yo... puedo llamar ninjas para que nos saquen de aquí, pero tardarán en llegar.
Le enseñaría entonces el sello que tenía en el brazo con el número cinco, y si se lo permitían, lo tocaría para hablar con una vieja amiga.
— Buenas, Eri-san. Siento si te estoy llamando a malas horas. La verdad es que no tengo ni idea de qué hora es...
Todavía miraba a su alrededor, concentrado en ver y escuchar cualquier cosa que sucediese para que nadie lo pillase por sorpresa, mientras le contaba a su amiga de su situación y le pedía la ayuda de Uzu. No era seguro que aceptasen, pero al menos debía intentarlo.
— Bien... —Diría, aflojando su agarre y apartándose de ella, todavía sin quitarle la mirada de encima—. Saldremos de aquí juntos. Hasta entonces somos un equipo.
Miró al médico de reojo, antes de volver a mirar a la Hambrienta.
— Comprueben si está vivo para hacerle unas preguntas, por favor. Quizás sea nuestra clave para salir de aquí. —Les dijo, volviendo a ser el Daigo que pide y no el Daigo que ordena—. Yo... puedo llamar ninjas para que nos saquen de aquí, pero tardarán en llegar.
Le enseñaría entonces el sello que tenía en el brazo con el número cinco, y si se lo permitían, lo tocaría para hablar con una vieja amiga.
— Buenas, Eri-san. Siento si te estoy llamando a malas horas. La verdad es que no tengo ni idea de qué hora es...
Todavía miraba a su alrededor, concentrado en ver y escuchar cualquier cosa que sucediese para que nadie lo pillase por sorpresa, mientras le contaba a su amiga de su situación y le pedía la ayuda de Uzu. No era seguro que aceptasen, pero al menos debía intentarlo.
![[Imagen: IMG-20210515-202948-586.png]](https://i.ibb.co/fqtcMG8/IMG-20210515-202948-586.png)
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.