16/09/2022, 21:32
La Coleccionista se acercó de inmediato al médico, todos pensaron que para comprobarle el pulso, pero en su lugar hurgó en uno de sus bolsillos y se guardó para sí un frasquito con una sonrisa de complacencia.
—¡Aparta! —rugió Chillidos, con la paciencia agotada, apartando a la mujer de un empujón con la mano. La Coleccionista le lanzó una mirada furibunda desde el suelo, pero Chillidos ni la miró. Tomó al médico por el cuello de la bata y lo alzó en el aire. Su método para comprobar si estaba vivo o no fue… Bueno, digamos que práctico. Consistía en zarandearle a bofetones con la palma y el dorso de la mano libre hasta que el hombre despertase o siguiese bien muerto.
Daigo, mientras tanto, recibió contestación de una sorprendida, asustada y esperanzada Eri, todo ello entremezclado en su aguda voz. Las palabras de la kunoichi se precipitaron, una tras otra, pero todo se podía resumir en una sola frase: Uzu no le dejaría tirado.
—Ay… ¡Ay…! ¡¡AY…!!
—¡Aparta! —rugió Chillidos, con la paciencia agotada, apartando a la mujer de un empujón con la mano. La Coleccionista le lanzó una mirada furibunda desde el suelo, pero Chillidos ni la miró. Tomó al médico por el cuello de la bata y lo alzó en el aire. Su método para comprobar si estaba vivo o no fue… Bueno, digamos que práctico. Consistía en zarandearle a bofetones con la palma y el dorso de la mano libre hasta que el hombre despertase o siguiese bien muerto.
Daigo, mientras tanto, recibió contestación de una sorprendida, asustada y esperanzada Eri, todo ello entremezclado en su aguda voz. Las palabras de la kunoichi se precipitaron, una tras otra, pero todo se podía resumir en una sola frase: Uzu no le dejaría tirado.
—Ay… ¡Ay…! ¡¡AY…!!