22/09/2022, 07:16
Podía llegar a ser una odisea perderse en esa aldea, nada de naturaleza ni cosas sencillas para orientarse. Tecnología, luces de neón, asfalto, tuberías, bombas de agua y muchas cosas totalmente modernas. Simplemente hermoso. Podía llegar a ser hasta algo divertido, aunque no mucho para ella.
Yendo a la realidad pura, los nervios de no saber donde estar parada podía llegar a joder varias cosas. Por suerte, Sayori iba a poder mantener la cordura a raya para poder continuar con su búsqueda y, quien sabe, poder encontrar también la casa de Mayu y la suya propia.
Por el momento no iba a tener que preocuparse tanto de estas cosas, había una conversación ajena que pensó que podía llegar a serle útil de alguna manera. Lo primero que pudo escuchar eran algunas risas, las cuales se disiparían lentamente.
—Eres un tonto, yo nunca haría eso.
—El otro día estuviste muy cerca de hacerlo.
En la calle había tan solo dos hombres. En edad se notaba que eran un poco más grandes que la ninja, aunque en altura se le parecían bastante. Estaban en una situación rara, ambos sentados en una especie de cantera que justo estaba bajo techo. Ambos tenían un onigiri en mano, pero sendas bolas de arroz tenían pocas mordidas. Estaban realmente cerca el uno del otro, pegados se podría decir. No iban a notar la presencia de la Yuki, con suerte desviaban la mirada para sus alrededores.
Ella no estaba justamente al lado de ellos, pero desde su posición podía notar que el primer muchacho se había puesto algo nervioso con el comentario anterior.
—Ya, cierra la puta boca.
El otro no respondió, porque lo que iba a decir ya era demasiado obvio. Tan obvio como lo que iba a pasar acto seguido.
Mientras tanto, la muchacha podría oír una ventana abrirse. No sabría diferenciar si era la misma, pero si aquel sonido fue algo más sutil y no se escucho con tanta fuerza como el anterior.
Yendo a la realidad pura, los nervios de no saber donde estar parada podía llegar a joder varias cosas. Por suerte, Sayori iba a poder mantener la cordura a raya para poder continuar con su búsqueda y, quien sabe, poder encontrar también la casa de Mayu y la suya propia.
Por el momento no iba a tener que preocuparse tanto de estas cosas, había una conversación ajena que pensó que podía llegar a serle útil de alguna manera. Lo primero que pudo escuchar eran algunas risas, las cuales se disiparían lentamente.
—Eres un tonto, yo nunca haría eso.
—El otro día estuviste muy cerca de hacerlo.
En la calle había tan solo dos hombres. En edad se notaba que eran un poco más grandes que la ninja, aunque en altura se le parecían bastante. Estaban en una situación rara, ambos sentados en una especie de cantera que justo estaba bajo techo. Ambos tenían un onigiri en mano, pero sendas bolas de arroz tenían pocas mordidas. Estaban realmente cerca el uno del otro, pegados se podría decir. No iban a notar la presencia de la Yuki, con suerte desviaban la mirada para sus alrededores.
Ella no estaba justamente al lado de ellos, pero desde su posición podía notar que el primer muchacho se había puesto algo nervioso con el comentario anterior.
—Ya, cierra la puta boca.
El otro no respondió, porque lo que iba a decir ya era demasiado obvio. Tan obvio como lo que iba a pasar acto seguido.
Mientras tanto, la muchacha podría oír una ventana abrirse. No sabría diferenciar si era la misma, pero si aquel sonido fue algo más sutil y no se escucho con tanta fuerza como el anterior.