23/09/2022, 07:17
Ambos muchachos no entendían para nada lo que estaba pasando. Primero alguien gritando a lo lejos, mientras una chica encima de un techo los espiaba y luego un gato yendo a todo lo que daba por las calles. Esperaban por lo menos alguna explicación lógica de la genin, la cual debería actuar como autoridad en aquella situación. Por el lado contrario, si ella se quedaba a explicarle que es lo que pasaba, el gato ese escaparía muy fácilmente sin saber exactamente que es lo que pasaba con el animal.
—Eh, niña ¡¿A donde vas?! Te denunciaré con tus superiores.
Realmente intentaba amenazarla, pero no sonaba muy convincente ni constante, ya que se quedó en el lugar donde estaba y no le siguió para nada. De hecho, por la incomodidad de la situación, los dos tipos empezaron a caminar para el lado contrario del que fueron el gato y la ninja.
No parecía que Sayori la estaba pasando muy bien que digamos. Se había comprado el paquete grande de todas las incomodidades, desde el cansancio y la herida que tuvo del anterior encuentro hasta el hecho de tener hambre y estar perdida en su propia aldea. Y no, por suerte para ella no iba a dejar de llover. Podía llegar a ser un buen augurio eso, quien sabe.
Dentro del callejón había un poco menos de iluminación, pero se llegaba a ver todo con bastante claridad. Y, con bastante sorpresa, el gato no había seguido con su huida. Se le veía, pero solo la cola que sobresalía dentro de un contenedor grande de basura. Se notaba que estaba como escarbando o haciendo un movimiento del estilo, no se le veía todo el cuerpo desde fuera.
—Eh, niña ¡¿A donde vas?! Te denunciaré con tus superiores.
Realmente intentaba amenazarla, pero no sonaba muy convincente ni constante, ya que se quedó en el lugar donde estaba y no le siguió para nada. De hecho, por la incomodidad de la situación, los dos tipos empezaron a caminar para el lado contrario del que fueron el gato y la ninja.
No parecía que Sayori la estaba pasando muy bien que digamos. Se había comprado el paquete grande de todas las incomodidades, desde el cansancio y la herida que tuvo del anterior encuentro hasta el hecho de tener hambre y estar perdida en su propia aldea. Y no, por suerte para ella no iba a dejar de llover. Podía llegar a ser un buen augurio eso, quien sabe.
Dentro del callejón había un poco menos de iluminación, pero se llegaba a ver todo con bastante claridad. Y, con bastante sorpresa, el gato no había seguido con su huida. Se le veía, pero solo la cola que sobresalía dentro de un contenedor grande de basura. Se notaba que estaba como escarbando o haciendo un movimiento del estilo, no se le veía todo el cuerpo desde fuera.