29/09/2022, 21:28
—¡No me jodas!
—¡¡AAAAHHHH!! —chilló Chillidos, a modo de respuesta, sujetando su muñeca con la otra mano mientras apuntaba con el dedo índice a la puerta cerrada.
—¡¿Vamos a morir?!
Y de fondo, al otro lado, una risa perversa sonaba bajo la puerta.
Daigo, mientras tanto, cojeó hasta el otro lado del pasillo. Pronto se le unió la Hambrienta, con las pupilas dilatadas y la boca pastosa.
—¿¡Qué ha pasado!?
Llegaron hasta la habitación, aunque, cuando intentaron abrirla —era una gran puerta de madera maciza con un picaporte de acero negro—, descubrieron que estaba cerrada con llave.
—¡¡AAAAHHHH!! —chilló Chillidos, a modo de respuesta, sujetando su muñeca con la otra mano mientras apuntaba con el dedo índice a la puerta cerrada.
—¡¿Vamos a morir?!
Y de fondo, al otro lado, una risa perversa sonaba bajo la puerta.
Daigo, mientras tanto, cojeó hasta el otro lado del pasillo. Pronto se le unió la Hambrienta, con las pupilas dilatadas y la boca pastosa.
—¿¡Qué ha pasado!?
Llegaron hasta la habitación, aunque, cuando intentaron abrirla —era una gran puerta de madera maciza con un picaporte de acero negro—, descubrieron que estaba cerrada con llave.