3/10/2022, 00:11
Tras un intrépido vistazo al arsenal, la kunoichi pudo ver unas armas contundentes relativamente interesantes. Al menos para el cometido que tenía ahora sobre los hombros, el de asestar un golpe contundente al híbrido de marionetas. La elección no era para nada fácil, al menos en primera instancia. Las armas tenían sus pros y sus contras, y se veían realmente bien elaboradas. Pero tras un vistazo más profundo a las cualidades y pesos de éstas, la chica pudo ver que su fuerza no era suficiente como para manejar algunas de manera cómoda. Ella misma lo aclaró, declarando que aún le quedaba camino para empuñar la más grande. Tras ello, tomó el martillo que parecía más ligero.
El titiritero pareció conforme con la elección de su compañera. Después de todo, simplemente necesitaban eso, un arma contundente. Tras probar con una, habrían cumplido con las exigencias del herrero, e incluso podrían valorar su forja. Realmente a eso es a lo que habían venido, ¿no?. El herrero quería ayuda para mejorar sus habilidades, sabiendo por parte de expertos en qué fallaban sus armas. Había buscado imitar todas las forjas de la villa, y había sacado la suya propia. Ahora buscaba la perfección.
La chica bramó anunciando su ataque. Se lanzó en una zancada frontal, y sacudió a las marionetas con un golpe directo, que surcó el cielo y acabó en metal. El estruendo fue brutal, tanto que la chica sentiría el temblor por todo su cuerpo, y le permanecería en el brazo un cosquilleo parecido al de mil hormigas trepando por su miembro. El mismo golpe le haría soltar el martillo.
La cabeza del martillo terminaría hecha añicos. Los trozos volaron y se dispersaron como un cielo de invierno lleno de estrellas. Para desgracia del titiritero, el cráneo de su obra también sufrió un terrible destino. Sus orbes se abrieron ante el estropicio, viendo sin parpadear como su marioneta armadura perdía una importante parte del set.
El hierro del solicitante de la misión había sido bueno y malo a la misma vez. Bueno porque fue capaz de penetrar la armadura, y malo porque irremediablemente se volatilizó. El marionetista desvió su mirada al techo, y no tuvo más remedio que soltar un suspiro en lo que calmaba su tristeza.
—¡¡Fantástico chicos!! —Aclamó el herrero entre aplausos. —¡Simplemente fantástico! Creo que con eso ha sido suficiente. ¿Qué opinan de mi hierro? ¿Cómo podría mejorarlo?.
—Yo... yo... diría que el metal es demasiado denso y duro, a pesar de ser ligero. Quizás... quizás eso hace que se astille y rompa rápidamente. Una aleación un poco.. más maleable... supongo que lo haría más resistente.
El chico contestó a la pregunta del herrero, teniendo en cuenta que él mismo debía hacer lo mismo para sus creaciones. Debía darle un punto más de elasticidad, haciendo que los golpes rebotasen un poco. Eso mismo haría que la capacidad defensiva de sus marionetas se elevase por las nubes. Después de todo, ésta misión había sido todo un hallazgo para él, pese a su pérdida.
El titiritero pareció conforme con la elección de su compañera. Después de todo, simplemente necesitaban eso, un arma contundente. Tras probar con una, habrían cumplido con las exigencias del herrero, e incluso podrían valorar su forja. Realmente a eso es a lo que habían venido, ¿no?. El herrero quería ayuda para mejorar sus habilidades, sabiendo por parte de expertos en qué fallaban sus armas. Había buscado imitar todas las forjas de la villa, y había sacado la suya propia. Ahora buscaba la perfección.
La chica bramó anunciando su ataque. Se lanzó en una zancada frontal, y sacudió a las marionetas con un golpe directo, que surcó el cielo y acabó en metal. El estruendo fue brutal, tanto que la chica sentiría el temblor por todo su cuerpo, y le permanecería en el brazo un cosquilleo parecido al de mil hormigas trepando por su miembro. El mismo golpe le haría soltar el martillo.
¡¡CLONK!!
La cabeza del martillo terminaría hecha añicos. Los trozos volaron y se dispersaron como un cielo de invierno lleno de estrellas. Para desgracia del titiritero, el cráneo de su obra también sufrió un terrible destino. Sus orbes se abrieron ante el estropicio, viendo sin parpadear como su marioneta armadura perdía una importante parte del set.
El hierro del solicitante de la misión había sido bueno y malo a la misma vez. Bueno porque fue capaz de penetrar la armadura, y malo porque irremediablemente se volatilizó. El marionetista desvió su mirada al techo, y no tuvo más remedio que soltar un suspiro en lo que calmaba su tristeza.
—¡¡Fantástico chicos!! —Aclamó el herrero entre aplausos. —¡Simplemente fantástico! Creo que con eso ha sido suficiente. ¿Qué opinan de mi hierro? ¿Cómo podría mejorarlo?.
—Yo... yo... diría que el metal es demasiado denso y duro, a pesar de ser ligero. Quizás... quizás eso hace que se astille y rompa rápidamente. Una aleación un poco.. más maleable... supongo que lo haría más resistente.
El chico contestó a la pregunta del herrero, teniendo en cuenta que él mismo debía hacer lo mismo para sus creaciones. Debía darle un punto más de elasticidad, haciendo que los golpes rebotasen un poco. Eso mismo haría que la capacidad defensiva de sus marionetas se elevase por las nubes. Después de todo, ésta misión había sido todo un hallazgo para él, pese a su pérdida.