14/10/2022, 02:11
Naranja. Ojos verdes. Diversas marcas blancas. A pesar de la poca habilidad social de la chica, su breve descripción del gato lo estaba dejando impactado y mudo. Cada adjetivo clavaba en una coincidencia que poco le alegraba a aquel tipo. La espera solo lo hacía ponerse más raro de lo que Sayori le percibía.
Lo que terminó por quebrar aquella situación fue aquel retrato. Estuvo a punto de arrebatárselo de las manos, cosa que contuvo ampliamente. Sus ojos se abrieron como platos y, nuevamente, se quedó unos momentos pensado profundamente. Esta vez, dirigiendo su vista a la impresión que sostenía la chica.
Dio un suspiro muy cargado y apretó fuerte su puño.
—Ya. No sería justo para su dueña. — Soltó desganado. —Espérame un segundo.
La muchacha no podría ver a Kyo por el momento, pero si notaría al hombre afligido, dándose la vuelta y entrando a su casa. Se metería en la habitación que con anterioridad se pudo ver desde la ventana. Y, ahora sí, se podría ver un poco la casa por dentro. Muebles en mal estado, desorden general, algunas prendas de ropas tiradas por los lugares. En la entrada de la casa, en el llavero, se podía ver colgada una bandana de Amegakure. Debajo de este, un mueble que tenía varios retratos. En la mayoría parecía estar el hombre en una versión mucho más joven y siempre acompañado por una mujer.
Tan solo un instante después, el amejin salió con algo que llevaba aúpa envuelto en una manta completamente blanca, que parecía bastante limpia, a diferencia de todo en ese lugar.
—Mierda que ya me había encariñado con él durante estos días. — Dijo ya cerca de la chica, haciendo caricias al animal por debajo de la manta.
Destapó un poco al gato y se le veía la cara. Justamente como dijo Mayu, se diferenciaba fácil que era él. Daba la impresión de que era Michio. Todos los datos eran correctos. El pelaje, los detalles blancos y los ojos verdes.
El gato respondía tierno a las caricias del hombre pero parecía algo agotado.
—¿Es este? — Preguntó inocente, esperando que de alguna forma la Yuki se esté equivocando.
Pero había una prueba que podía terminar por confirmar si era el correcto o no.
Lo que terminó por quebrar aquella situación fue aquel retrato. Estuvo a punto de arrebatárselo de las manos, cosa que contuvo ampliamente. Sus ojos se abrieron como platos y, nuevamente, se quedó unos momentos pensado profundamente. Esta vez, dirigiendo su vista a la impresión que sostenía la chica.
Dio un suspiro muy cargado y apretó fuerte su puño.
—Ya. No sería justo para su dueña. — Soltó desganado. —Espérame un segundo.
La muchacha no podría ver a Kyo por el momento, pero si notaría al hombre afligido, dándose la vuelta y entrando a su casa. Se metería en la habitación que con anterioridad se pudo ver desde la ventana. Y, ahora sí, se podría ver un poco la casa por dentro. Muebles en mal estado, desorden general, algunas prendas de ropas tiradas por los lugares. En la entrada de la casa, en el llavero, se podía ver colgada una bandana de Amegakure. Debajo de este, un mueble que tenía varios retratos. En la mayoría parecía estar el hombre en una versión mucho más joven y siempre acompañado por una mujer.
Tan solo un instante después, el amejin salió con algo que llevaba aúpa envuelto en una manta completamente blanca, que parecía bastante limpia, a diferencia de todo en ese lugar.
—Mierda que ya me había encariñado con él durante estos días. — Dijo ya cerca de la chica, haciendo caricias al animal por debajo de la manta.
Destapó un poco al gato y se le veía la cara. Justamente como dijo Mayu, se diferenciaba fácil que era él. Daba la impresión de que era Michio. Todos los datos eran correctos. El pelaje, los detalles blancos y los ojos verdes.
El gato respondía tierno a las caricias del hombre pero parecía algo agotado.
—¿Es este? — Preguntó inocente, esperando que de alguna forma la Yuki se esté equivocando.
Pero había una prueba que podía terminar por confirmar si era el correcto o no.
