14/10/2022, 23:44
El clon de Daigo vio como sus órdenes —porque parecían órdenes y no simples consejos—, eran aceptados. Luego oyó un gran estruendo, y algo pesado al derrumbarse.
Se oía el sonido de un bastón en la lejanía, acompañado por el de unos pasos. No… Al principio parecían unos pasos, pero en realidad eran el de decenas. Perfectamente sincronizados, como si alguien estuviese realizando un desfile militar al otro lado del pasillo.
Todavía no los veía, pero podía intuirlo. Se acercaban. Se acercaban muchos.
Mientras tanto, Daigo, el Daigo real, abrió la puerta y…
… y se topó con un ropero. Era un puto ropero. Lleno de, sí, ropa. Trajes negros. Zapatos negros. Sujetadores negros. Bragas negras.
—¡Estamos jodidos, Sin Piernas! ¡Nos has traído a un callejón sin salida!
Tac. Tac. Tac.
Se oía el sonido de un bastón en la lejanía, acompañado por el de unos pasos. No… Al principio parecían unos pasos, pero en realidad eran el de decenas. Perfectamente sincronizados, como si alguien estuviese realizando un desfile militar al otro lado del pasillo.
Todavía no los veía, pero podía intuirlo. Se acercaban. Se acercaban muchos.
Mientras tanto, Daigo, el Daigo real, abrió la puerta y…
… y se topó con un ropero. Era un puto ropero. Lleno de, sí, ropa. Trajes negros. Zapatos negros. Sujetadores negros. Bragas negras.
—¡Estamos jodidos, Sin Piernas! ¡Nos has traído a un callejón sin salida!