15/10/2022, 18:56
Al parecer, su oficio —Médico de combate.— era su prioridad. Eso al menos confesó la chica en primera instancia, pero a decir verdad aún no lo tenía del todo claro. Ella misma dijo que tendría que tomar una decisión, como si aún se debatiera en si seguir ese camino principal, o tomar un camino diferente. Quizás no era momento aún para tomar una decisión así de importante. Total, en realidad tenía toda la vida por delante para decidirse.
—Entiendo.
Sin demora, la chica señaló el torreón y sentenció que era lo que más destacaba. El chico también lo había tenido en cuenta, era como que no pegaba demasiado en aquél lugar, al menos a primera vista. Pero pensándolo bien, realmente no pegaba nada con lo de su lado. Es decir, que habían edificios verdes junto a edificios rosas, casas altas junto a casas bajas, lo que parecía un cementerio junto a un parque infantil...
¿Quién habría sido el ingeniero jefe encargado de una distribución así?.
Moguko preguntó entonces por dónde pensaba al titiritero que sería mejor comenzar, pues nunca había realizado una misión de esa índole. El chico se pasó la diestra por la cabellera, en lo que hacía una leve mueca y miraba hacia el poblado. La verdad, él tampoco había tenido una misión de éste tipo.
—Supongo... —Meditó, en lo que devolvía su mirada a su compañera. —que deberíamos guardar las bandanas, para que nadie se alerte en caso de que el peligro para la chica sea real. Es una misión de recabar información, cuanto menos destaquemos, mejor. Por otro lado, creo que lo mejor que podemos hacer es buscar zonas de juego, donde podamos hablar con chicos y chicas jóvenes, e intentar averiguar quién escribe esa carta. Si encontramos a la dueña de las cartas, tendremos la serpiente agarrada por la cabeza.
Si su compañera estaba conforme, el titiritero guardaría su bandana bajo la capa de viaje, en un bolsillo interior. Y conforme andaban, llegarían hasta un punto crítico. El camino volvía a dividirse, quizás en una última bifurcación. Al lado izquierdo había un cartel que ponía Norita y al lado contrario uno en el que ponía Nokoto. Al parecer, el camino que llevaba al pueblo colorido y del torreón era el camino que llevaba a Nokoto.
—Entiendo.
Sin demora, la chica señaló el torreón y sentenció que era lo que más destacaba. El chico también lo había tenido en cuenta, era como que no pegaba demasiado en aquél lugar, al menos a primera vista. Pero pensándolo bien, realmente no pegaba nada con lo de su lado. Es decir, que habían edificios verdes junto a edificios rosas, casas altas junto a casas bajas, lo que parecía un cementerio junto a un parque infantil...
¿Quién habría sido el ingeniero jefe encargado de una distribución así?.
Moguko preguntó entonces por dónde pensaba al titiritero que sería mejor comenzar, pues nunca había realizado una misión de esa índole. El chico se pasó la diestra por la cabellera, en lo que hacía una leve mueca y miraba hacia el poblado. La verdad, él tampoco había tenido una misión de éste tipo.
—Supongo... —Meditó, en lo que devolvía su mirada a su compañera. —que deberíamos guardar las bandanas, para que nadie se alerte en caso de que el peligro para la chica sea real. Es una misión de recabar información, cuanto menos destaquemos, mejor. Por otro lado, creo que lo mejor que podemos hacer es buscar zonas de juego, donde podamos hablar con chicos y chicas jóvenes, e intentar averiguar quién escribe esa carta. Si encontramos a la dueña de las cartas, tendremos la serpiente agarrada por la cabeza.
Si su compañera estaba conforme, el titiritero guardaría su bandana bajo la capa de viaje, en un bolsillo interior. Y conforme andaban, llegarían hasta un punto crítico. El camino volvía a dividirse, quizás en una última bifurcación. Al lado izquierdo había un cartel que ponía Norita y al lado contrario uno en el que ponía Nokoto. Al parecer, el camino que llevaba al pueblo colorido y del torreón era el camino que llevaba a Nokoto.