15/02/2016, 05:34
A medida que Ayame hablaba, Okura iba frunciendo el ceño más y más. Entonces, cuando parecía que la iba a acusar de algo, simplemente rio.
—Tranquila, muchacha, que no voy a comerte —dijo, soltando otra risotada—. Pues esta es la única posada del pueblo —explicó, empujando la puerta y manteniéndola abierta con un brazo—. Pasa, antes de que pilles un resfriado.
Mierda, tengo que…
Datsue reaccionó primero. Atravesó la puerta sin mediar palabra con Okura y buscó con la mirada algo. Vio la barra a la izquierda, donde estaba Koji, y a una mujer bajita y regordeta sirviendo un estofado en una de las mesas vacías. Había varias ocupadas, sin embargo. Una de ellas por una pareja; otra por dos hombres de ropas oscuras y semblante serio; y una última en la que se sentaba un anciano, comiendo ramen. Pero no les prestó atención, él buscaba otra cosa.
Ahí está.
El cartel del baño estaba situado al fondo a la derecha. Allí fue donde se dirigió, con cierto apuro.
No voy a llegar a tiempo, ¡no voy a llegar a tiempo…!
Abrió la puerta con tanto ímpetu que casi genera una ráfaga de viento con el movimiento. Luego la cerró tras de sí, de un portazo, y echó el cerrojo para asegurarse de que nadie le molestaba. Y entonces…
¡PUF!
El Henge se deshizo.
—Por los pelos… —murmuró, apoyándose contra la pared y cerrando los ojos.
Por un momento, había creído que no podría mantener el Henge lo suficiente como para que le diese tiempo a esconderse en el baño.
—Esta técnica es un dolor de cabeza de cuidado…
Con las prisas, ni siquiera se había fijado en lo que había hecho Ayame. Parece que no se le da muy bien echar faroles... Espero que al menos guarde la compostura.
—Tranquila, muchacha, que no voy a comerte —dijo, soltando otra risotada—. Pues esta es la única posada del pueblo —explicó, empujando la puerta y manteniéndola abierta con un brazo—. Pasa, antes de que pilles un resfriado.
Mierda, tengo que…
Datsue reaccionó primero. Atravesó la puerta sin mediar palabra con Okura y buscó con la mirada algo. Vio la barra a la izquierda, donde estaba Koji, y a una mujer bajita y regordeta sirviendo un estofado en una de las mesas vacías. Había varias ocupadas, sin embargo. Una de ellas por una pareja; otra por dos hombres de ropas oscuras y semblante serio; y una última en la que se sentaba un anciano, comiendo ramen. Pero no les prestó atención, él buscaba otra cosa.
Ahí está.
El cartel del baño estaba situado al fondo a la derecha. Allí fue donde se dirigió, con cierto apuro.
No voy a llegar a tiempo, ¡no voy a llegar a tiempo…!
Abrió la puerta con tanto ímpetu que casi genera una ráfaga de viento con el movimiento. Luego la cerró tras de sí, de un portazo, y echó el cerrojo para asegurarse de que nadie le molestaba. Y entonces…
¡PUF!
El Henge se deshizo.
—Por los pelos… —murmuró, apoyándose contra la pared y cerrando los ojos.
Por un momento, había creído que no podría mantener el Henge lo suficiente como para que le diese tiempo a esconderse en el baño.
—Esta técnica es un dolor de cabeza de cuidado…
Con las prisas, ni siquiera se había fijado en lo que había hecho Ayame. Parece que no se le da muy bien echar faroles... Espero que al menos guarde la compostura.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado