22/10/2022, 20:42
La pregunta de dónde se había metido todo el mundo, era una incógnita la mar de interesante. Incluso sin haberse adentrado en las callejuelas de aquél pueblo, ya se podía sentir una ausencia total de vida, de población, de sonidos. Pero frente a ellos, tenían una incógnita aún más importante: Un cartel de advertencia. Para el chico pudo haber sido una mera broma, y por eso preguntó su opinión a su compañera. Para la kunoichi también parecía ser una broma de mal gusto, se negaba a pensar que eso fuese una advertencia real.
—Coincido. No creo que una advertencia real de peligro pueda ser elaborado con esa... calidad.
El chico se dispuso a continuar el avance, cuando antes de que llegasen siquiera a traspasar la hilera de rocas podrían escuchar unos estruendosos zapatazos. Se trataba de un sonido fácil de reconocer, alguien corría directo hacia ellos, en una asfixiada carrera que casi lo llevaba sin aliento. Bueno, más que lo, le.
—¡Nooooo! ¡NOOOOOOOOO! —Vociferó una chica de corta edad entre jadeos de cansancio. —¡¡No crucéis!!
La distancia que los separaba era aún un poco excesiva, pero la pequeña corría tan rápido como le daban sus piernas. El titititero no pudo obviar la situación, la advertencia. Se giró, buscando con la mirada a la chica, que seguramente habría salido corriendo tras ellos al verles tomar camino a Nokoto. La chica tenía una piel bastante bronceada, rasgos infantiles que sugerían unos siete u ocho años de edad, y cabellera marrón recogida en un moño alto. Vestía una camiseta rosa ancha, pantalones blancos piratas y unas zapatillas deportivas de tono rosado.
—¡Si cruzáis no volveréis nunca! —Sentenció en lo que recortaba las distancias.
Fue en ese instante que una gota de sudor más frío que el corazón de un ex- recorrió la espalda del marionetista, haciendo que hasta su piel se erizase. No entendía a qué se podía referir con esas palabras, pero seguramente no tardarían en enterarse.
—¿Cómo que no volveremos nunca? —Pensó en voz alta.
—Coincido. No creo que una advertencia real de peligro pueda ser elaborado con esa... calidad.
El chico se dispuso a continuar el avance, cuando antes de que llegasen siquiera a traspasar la hilera de rocas podrían escuchar unos estruendosos zapatazos. Se trataba de un sonido fácil de reconocer, alguien corría directo hacia ellos, en una asfixiada carrera que casi lo llevaba sin aliento. Bueno, más que lo, le.
—¡Nooooo! ¡NOOOOOOOOO! —Vociferó una chica de corta edad entre jadeos de cansancio. —¡¡No crucéis!!
La distancia que los separaba era aún un poco excesiva, pero la pequeña corría tan rápido como le daban sus piernas. El titititero no pudo obviar la situación, la advertencia. Se giró, buscando con la mirada a la chica, que seguramente habría salido corriendo tras ellos al verles tomar camino a Nokoto. La chica tenía una piel bastante bronceada, rasgos infantiles que sugerían unos siete u ocho años de edad, y cabellera marrón recogida en un moño alto. Vestía una camiseta rosa ancha, pantalones blancos piratas y unas zapatillas deportivas de tono rosado.
—¡Si cruzáis no volveréis nunca! —Sentenció en lo que recortaba las distancias.
Fue en ese instante que una gota de sudor más frío que el corazón de un ex- recorrió la espalda del marionetista, haciendo que hasta su piel se erizase. No entendía a qué se podía referir con esas palabras, pero seguramente no tardarían en enterarse.
—¿Cómo que no volveremos nunca? —Pensó en voz alta.