26/10/2022, 13:23
Desde el primer momento, todo estaba saliendo mal. Muy mal. Un desastre tras otro. Queria llegar hasta el hierro lo más fresco posible, y pum, en primera instancia, encontronazo con el tres cola, que le había obligado a gastar todo el chakra aue le había dado Gyūki. Y por si fuera poco, se habían separado, y ahora no podia encontrar ni a Gyūki ni a Katsudon. Y fijate que ambos eran bastante grandes.
Lo que si encontré, fue mi posición. Desde donde estaba, fui capaz de divisar las grandes montañas del hierro. Un par de horas en barco o quizas incluso corriendo entre las olas. El problema de lo segundo no era el mar bravío, pues en uzu estaban acostumbrados a caminar sobre aguas revueltas. El problema era el cansancio. Era llegar al otro lado con tan pocos fuerzas que solo fuese una carga.
Había más opciones claro, podía adentrarse entre los cocoteros y explorar a ver que encontraba, pero a parte de animales salvajes y plantas ¿Que podría haber allí? Como shinobi, sabía que había animales que ayudaban a los ninjas, sin ir mas lejos, su madre era capa de invocar tigres albinos que la ayudaban, y que podían hablar. Pero por lo visto no era tan sencillo como llegar y pedirles ayuda, había que ser digno o algo así ¿Tenia tanto tiempo como para ponerse a explorar solo por si acaso? ¿Podria si quiera encontrar algo de utilidad allí? Gyūki seguro que no pero... ¿Y si Katsudon había despertado antes y se había adentrado en busca de Comida? Esa posibilidad también existía
Tantas decisiones, tantas incógnitas y a la vez, tan poco tiempo. Tome aire. Y lo solté lentamente. Mire hacia el otro lado del mar, hacia el hierro.
—Aguanta un poco más, Yuuna. Iré a por tí. No a salvarte, si no a luchar a tu lado, a apoyarte. Confío en tí...
Confiaba en su fuerza, en su valor, en su desetraza, en su habilidad con la espada. Si alguien era capaz de luchar y salir victorioso, era ella.
Por eso, con un suspiro, con una ultima mirada hacia los tres lobos, di medía vuelta y me adentré, rezando para encontrar a alguien o algo que pudiera servirme de ayuda, en aquella jungla de cocoteros. Esperaba, que de algún modo, aquello no fuera solo una perdida de tiempo, solo otra desgracia que sumar a las que ya se habían ido sucediendo.
Lo que si encontré, fue mi posición. Desde donde estaba, fui capaz de divisar las grandes montañas del hierro. Un par de horas en barco o quizas incluso corriendo entre las olas. El problema de lo segundo no era el mar bravío, pues en uzu estaban acostumbrados a caminar sobre aguas revueltas. El problema era el cansancio. Era llegar al otro lado con tan pocos fuerzas que solo fuese una carga.
Había más opciones claro, podía adentrarse entre los cocoteros y explorar a ver que encontraba, pero a parte de animales salvajes y plantas ¿Que podría haber allí? Como shinobi, sabía que había animales que ayudaban a los ninjas, sin ir mas lejos, su madre era capa de invocar tigres albinos que la ayudaban, y que podían hablar. Pero por lo visto no era tan sencillo como llegar y pedirles ayuda, había que ser digno o algo así ¿Tenia tanto tiempo como para ponerse a explorar solo por si acaso? ¿Podria si quiera encontrar algo de utilidad allí? Gyūki seguro que no pero... ¿Y si Katsudon había despertado antes y se había adentrado en busca de Comida? Esa posibilidad también existía
Tantas decisiones, tantas incógnitas y a la vez, tan poco tiempo. Tome aire. Y lo solté lentamente. Mire hacia el otro lado del mar, hacia el hierro.
—Aguanta un poco más, Yuuna. Iré a por tí. No a salvarte, si no a luchar a tu lado, a apoyarte. Confío en tí...
Confiaba en su fuerza, en su valor, en su desetraza, en su habilidad con la espada. Si alguien era capaz de luchar y salir victorioso, era ella.
Por eso, con un suspiro, con una ultima mirada hacia los tres lobos, di medía vuelta y me adentré, rezando para encontrar a alguien o algo que pudiera servirme de ayuda, en aquella jungla de cocoteros. Esperaba, que de algún modo, aquello no fuera solo una perdida de tiempo, solo otra desgracia que sumar a las que ya se habían ido sucediendo.