1/11/2022, 12:27
La Matasanos se quedó allí, observando la caja fuerte.
—Oye, ¿pero qué combinaciones probaste hasta ahora?
Demasiado tarde. Daigo ya se había marchado y nadie de allí parecía conocer la respuesta. La situación no podía ser más pésima. No tenían pistas, no tenían nada. Ni siquiera sabían si, de conseguir abrir la maldita caja fuerte, lograrían hallar la ubicación del túnel secreto. Y, ¡de hacerlo, quizá la entrada ni siquiera estuviese a su alcance! La Llorona tomó aire y se armó de valor.
—Iré a preguntarle —dijo, con una resolución inusitada. Nadie la detuvo. La Matasanos estaba demasiado ocupada probando una combinación que no funcionó.
Cuando Daigo se sumergió en las penumbras, esquivando el orbe por los pelos, oyó la voz de alguien. Era la misma voz que había gritado justo antes de que se lanzase una bomba sonora.
—¡Khafifa! —Khafifa. Casi sonó a Nathifa, pero no.
De pronto, una bomba de luz estalló a los pies de Daigo, iluminando de un potente flash todo el pasillo. El resto de esclavos, Nathifa incluida, quedaron cegados al instante. No así la Tríada de Sanbei. Otro orbe salió disparado hacia Daigo, esta vez a la boca de su estómago.
Mientras tanto, Torbellino Dorado, que controlaba la bifurcación del pasillo, había vislumbrado al Daigo real saliendo al pasillo, justo en cuanto pudo abrir los ojos cuando la luz de la bomba no hacía daño y terminaba por desaparecer.
—¡Astinshak! —gritó al verle.
La Faraonesa se quedó mirando a la puerta de la habitación, allí por donde Daigo había desaparecido primero, y luego la Llorona. ¿Le había fallado su oído, o acababa de escuchar…?
—Oye, ¿pero qué combinaciones probaste hasta ahora?
Demasiado tarde. Daigo ya se había marchado y nadie de allí parecía conocer la respuesta. La situación no podía ser más pésima. No tenían pistas, no tenían nada. Ni siquiera sabían si, de conseguir abrir la maldita caja fuerte, lograrían hallar la ubicación del túnel secreto. Y, ¡de hacerlo, quizá la entrada ni siquiera estuviese a su alcance! La Llorona tomó aire y se armó de valor.
—Iré a preguntarle —dijo, con una resolución inusitada. Nadie la detuvo. La Matasanos estaba demasiado ocupada probando una combinación que no funcionó.
• • •
Cuando Daigo se sumergió en las penumbras, esquivando el orbe por los pelos, oyó la voz de alguien. Era la misma voz que había gritado justo antes de que se lanzase una bomba sonora.
—¡Khafifa! —Khafifa. Casi sonó a Nathifa, pero no.
De pronto, una bomba de luz estalló a los pies de Daigo, iluminando de un potente flash todo el pasillo. El resto de esclavos, Nathifa incluida, quedaron cegados al instante. No así la Tríada de Sanbei. Otro orbe salió disparado hacia Daigo, esta vez a la boca de su estómago.
Mientras tanto, Torbellino Dorado, que controlaba la bifurcación del pasillo, había vislumbrado al Daigo real saliendo al pasillo, justo en cuanto pudo abrir los ojos cuando la luz de la bomba no hacía daño y terminaba por desaparecer.
—¡Astinshak! —gritó al verle.
• • •
La Faraonesa se quedó mirando a la puerta de la habitación, allí por donde Daigo había desaparecido primero, y luego la Llorona. ¿Le había fallado su oído, o acababa de escuchar…?