3/11/2022, 03:59
(Última modificación: 3/11/2022, 19:19 por Tsukiyama Daigo. Editado 2 veces en total.)
Algo andaba mal. El tío no moría, pero tampoco quedaba inconsciente. Algo andaba muy mal. Su piel, sus ojos, la boca... ¡le ardía! la puta niebla que había escupido el guardia era corrosiva. Si se quedaba iba a morir. Iba a...
— ¡Joder! —Le soltó un último puñetazo (26 PV). El hijo de puta lo había jodido bien en el último momento.
Las opciones que tenía frente a él se iban haciendo cada vez menos. Tenía que encargarse de proteger a La Llorona, de la niebla y de Torbellino Dorado. También tendría que encargarse del guardia que saldría dentro de poco de la puerta del despacho al no poder soportar la niebla corrosiva. En resumen: tenía demasiadas cosas que hacer, pero probablemente solo le quedaban segundos de consciencia. Por eso, su decisión no fue hecha en décimas de segundos, no, ya la había decidido antes.
Tenía que cargárselos a todos.
Soportando el enorme dolor que sentía durante unos segundos más, el chico realizó un sello manual, forzando a sus piernas a moverse una vez más, directamente hacia Torbellino Dorado. No sabía cuánto tiempo más podría seguir peleando, pero tenía que eliminar los mayores peligros que habían en el pasillo: Torbellino Dorado y la niebla corrosiva. Tenía que confiar en que La Llorona pudiese resistir un poco más, o todos morirían, incluso los que estaban dentro de la habitación.
Al aparecer, intentó tirar con fuerza del hombro de la Kunoichi para moverla, mientras tanto, rebozando electricidad y como mil pájaros llorando, su mano izquierda empezó chillar como si supiese lo que estaba a punto de hacer. Tan rápido como pudo (+20 Agilidad, -20 Percepción), se intentó llevar a su objetivo directamente contra el muro de Doton, donde le atravesaría el corazón a la vez que intenta reventar el muro tras suyo (80 PV).
Para Daigo, era la primera vez que peleaba de aquella manera, intentando matar a sus oponentes con cada movimiento. Si alguien le preguntase, le gustaría decir que le estaba siendo muy difícil, pero... no. Lo difícil había sido controlarse toda su vida hasta aquel momento. Aunque sufría y quería detenerse, ahora era como si su cuerpo se moviese por sí solo, sin que él tuviese que pensar o decidir nada. Sin controlarse. Sin contenerse.
— ¡MATASANOS! —Gritó, con la energía que le quedaba. Necesitaba aire y su visión se oscurecía, pero respirar dolía casi más que dejar de hacerlo—. ¡LA LLORONA... TE NECESITA!
— ¡Joder! —Le soltó un último puñetazo (26 PV). El hijo de puta lo había jodido bien en el último momento.
Las opciones que tenía frente a él se iban haciendo cada vez menos. Tenía que encargarse de proteger a La Llorona, de la niebla y de Torbellino Dorado. También tendría que encargarse del guardia que saldría dentro de poco de la puerta del despacho al no poder soportar la niebla corrosiva. En resumen: tenía demasiadas cosas que hacer, pero probablemente solo le quedaban segundos de consciencia. Por eso, su decisión no fue hecha en décimas de segundos, no, ya la había decidido antes.
Tenía que cargárselos a todos.
Soportando el enorme dolor que sentía durante unos segundos más, el chico realizó un sello manual, forzando a sus piernas a moverse una vez más, directamente hacia Torbellino Dorado. No sabía cuánto tiempo más podría seguir peleando, pero tenía que eliminar los mayores peligros que habían en el pasillo: Torbellino Dorado y la niebla corrosiva. Tenía que confiar en que La Llorona pudiese resistir un poco más, o todos morirían, incluso los que estaban dentro de la habitación.
Al aparecer, intentó tirar con fuerza del hombro de la Kunoichi para moverla, mientras tanto, rebozando electricidad y como mil pájaros llorando, su mano izquierda empezó chillar como si supiese lo que estaba a punto de hacer. Tan rápido como pudo (+20 Agilidad, -20 Percepción), se intentó llevar a su objetivo directamente contra el muro de Doton, donde le atravesaría el corazón a la vez que intenta reventar el muro tras suyo (80 PV).
Para Daigo, era la primera vez que peleaba de aquella manera, intentando matar a sus oponentes con cada movimiento. Si alguien le preguntase, le gustaría decir que le estaba siendo muy difícil, pero... no. Lo difícil había sido controlarse toda su vida hasta aquel momento. Aunque sufría y quería detenerse, ahora era como si su cuerpo se moviese por sí solo, sin que él tuviese que pensar o decidir nada. Sin controlarse. Sin contenerse.
— ¡MATASANOS! —Gritó, con la energía que le quedaba. Necesitaba aire y su visión se oscurecía, pero respirar dolía casi más que dejar de hacerlo—. ¡LA LLORONA... TE NECESITA!
![[Imagen: IMG-20210515-202948-586.png]](https://i.ibb.co/fqtcMG8/IMG-20210515-202948-586.png)
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.