8/11/2022, 17:44
¡Pam! Su vorágine de destrucción y su última esperanza fueron detenidas de golpe cuando se pegó de morros contra aquel abanico. Retrocedió un paso, tambaleante, al borde de la inconsciencia. No. De la muerte.
Iba a morir allí y no había nada que él pudiese hacer al respecto. No existía una voluntad lo suficientemente fuerte en el mundo como para sacarlo de la situación en la que se encontraba. Iba a morir lejos de su familia en un agujero lejos de casa, y lo que era peor: iba a hacerlo después de haber roto todos los códigos que pensaba que eran lo único que lo separaba a él de un simple animal.
Al final, por lo visto, su código moral no era el muro que lo separaba a él de ser un perro loco. Solo era la correa que lo tenía amarrado.
«Joder...» Se arrepintió. Su visión estaba borrosa y no podía ver a la Llorona, pero seguro que debía de odiarlo. Al menos él lo hacía. «¡Maldita sea!»
No podía dejarlo así. ¡Tenía que hacer algo más! Incluso si La Matasanos y el resto encontraban la salida, acabarían muriendo por el mismo ácido que lo estaba matando a él. No podía salvarlos a todos. Ni siquiera podía salvarse a sí mismo, pero tenía que salvar a alguien. Juntó ambas manos en un único sello, rodeándose rápidamente de una densa y peligrosa capa de electricidad.
— ¡MATASANOS! —Intentó gritar, tambaleándose hasta quedar contra la pared.
Dos tigres de enormes colmillos se formaron cerca suyo, completamente hechos de electricidad. Uno de ellos fue directamente a chocarse contra Vendaval Dorado a bocajarro, de manera que acabaría chocando contra el muro de Doton si lo esquivaba. El otro, en cambio, iría directamente contra el muro para reventarlo (75 PV cada uno).
— Te... necesita... —Pegado a la pared, fue cayendo poco a poco, mientras su manos, que ya tenían trozos de carne al rojo vivo, se mantenían pegadas sin soltar el sello manual.
Iba a morir allí y no había nada que él pudiese hacer al respecto. No existía una voluntad lo suficientemente fuerte en el mundo como para sacarlo de la situación en la que se encontraba. Iba a morir lejos de su familia en un agujero lejos de casa, y lo que era peor: iba a hacerlo después de haber roto todos los códigos que pensaba que eran lo único que lo separaba a él de un simple animal.
Al final, por lo visto, su código moral no era el muro que lo separaba a él de ser un perro loco. Solo era la correa que lo tenía amarrado.
«Joder...» Se arrepintió. Su visión estaba borrosa y no podía ver a la Llorona, pero seguro que debía de odiarlo. Al menos él lo hacía. «¡Maldita sea!»
No podía dejarlo así. ¡Tenía que hacer algo más! Incluso si La Matasanos y el resto encontraban la salida, acabarían muriendo por el mismo ácido que lo estaba matando a él. No podía salvarlos a todos. Ni siquiera podía salvarse a sí mismo, pero tenía que salvar a alguien. Juntó ambas manos en un único sello, rodeándose rápidamente de una densa y peligrosa capa de electricidad.
— ¡MATASANOS! —Intentó gritar, tambaleándose hasta quedar contra la pared.
Dos tigres de enormes colmillos se formaron cerca suyo, completamente hechos de electricidad. Uno de ellos fue directamente a chocarse contra Vendaval Dorado a bocajarro, de manera que acabaría chocando contra el muro de Doton si lo esquivaba. El otro, en cambio, iría directamente contra el muro para reventarlo (75 PV cada uno).
— Te... necesita... —Pegado a la pared, fue cayendo poco a poco, mientras su manos, que ya tenían trozos de carne al rojo vivo, se mantenían pegadas sin soltar el sello manual.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.