13/11/2022, 14:34
(Última modificación: 13/11/2022, 14:34 por Senju Hayato.)
Su compañera hizo nota mental de lo dicho, y tras ello se pusieron en marcha. La pequeña parecía bastante metida en el papel, buscando bien por todo lugar que pudiese estar. Apartaba matorrales, se asomaba por madrigueras y huecos oscuros, y hasta miraba por las copas de los árboles. En realidad todos lo hacían, pero era curioso que esa pequeña le pusiera tanto ímpetu.
—Me temo que es bastante probable. —Sentenció ante el comentario de Moguko.
Pero los ánimos no sucumbieron ante ese pequeño gran problema. Continuaron andando, rodeando el pueblo en lo que limitaban las distancias con la barrera gracias a la piedra y el hilo. Para cuando casi llegaran a culminar un cuarto del camino, es decir de la periferia del pueblo, la pequeña pareció avistar algo. Sin mediar palabra, corrió alejándose un poco de los chicos, pero no demasiado. Casi que derrapó con su poco ostentoso calzado, frenando a poca distancia de un arbusto bastante frondoso.
—¡Aqui hay algo! —Anunció señalando con el índice de su diestra. —¡MIRAD!
El titiritero dejó el hilo en el suelo, y se dirigió sin preámbulos hacia donde estaba la pequeña. Había soltado el hilo, pues no iba a tener alcance hasta aquél punto. Para cuando le echasen un ojo a lo que decía la pequeña, podrían ver que se trataba de un típico tatuaje temporal que regalaban en numerosos chicles y bolsas de patatas. Era obvio que no era lo que buscaban.
—Eso no es... mejor sigamos buscando.
—Me temo que es bastante probable. —Sentenció ante el comentario de Moguko.
Pero los ánimos no sucumbieron ante ese pequeño gran problema. Continuaron andando, rodeando el pueblo en lo que limitaban las distancias con la barrera gracias a la piedra y el hilo. Para cuando casi llegaran a culminar un cuarto del camino, es decir de la periferia del pueblo, la pequeña pareció avistar algo. Sin mediar palabra, corrió alejándose un poco de los chicos, pero no demasiado. Casi que derrapó con su poco ostentoso calzado, frenando a poca distancia de un arbusto bastante frondoso.
—¡Aqui hay algo! —Anunció señalando con el índice de su diestra. —¡MIRAD!
El titiritero dejó el hilo en el suelo, y se dirigió sin preámbulos hacia donde estaba la pequeña. Había soltado el hilo, pues no iba a tener alcance hasta aquél punto. Para cuando le echasen un ojo a lo que decía la pequeña, podrían ver que se trataba de un típico tatuaje temporal que regalaban en numerosos chicles y bolsas de patatas. Era obvio que no era lo que buscaban.
—Eso no es... mejor sigamos buscando.