13/11/2022, 19:30
Moguko inquirió que ya les llevaría en su navío la pequeña, cuando ésta se convirtiese en pirata. La gracia había estado bien, aunque la pequeña parecía habérselo tomado en serio. Bueno... tan en serio como cuando dijo de ser doctora de caballos. Entonces Moguko realizó una reverencia, despidiéndose de Ohiko. Dijo al marionetista entonces de que podían marchar, si éste lo veía bien. El titiritero afirmó con la cabeza. Tras ello realizó también una reverencia a la pequeña, a modo de despedida.
—¡Adiós! ¡Hasta la próxima!.
—¡Chao! —Se despidió Arata.
Comenzaron pues el camino de regreso a Ame, sin pausa pero sin prisas. El camino no era del todo largo, pero si que eran buenas horas de caminata. Para cuando estuvieron suficientemente lejos, su compañera preguntó si sospechaba de la pequeña. El titiritero realizó un sello, y con ello la transformación desapareció. Apenas unos segundos después, volvía a tener su apariencia.
—No, no creo que haya podido ser cosa de ella... Quien lo haya hecho, ha dedicado toda una vida a esa técnica. Nunca había leído sobre algo parecido... ¿Sospechas de ella, señorita Moguko?.
—¡Adiós! ¡Hasta la próxima!.
—¡Chao! —Se despidió Arata.
Comenzaron pues el camino de regreso a Ame, sin pausa pero sin prisas. El camino no era del todo largo, pero si que eran buenas horas de caminata. Para cuando estuvieron suficientemente lejos, su compañera preguntó si sospechaba de la pequeña. El titiritero realizó un sello, y con ello la transformación desapareció. Apenas unos segundos después, volvía a tener su apariencia.
—No, no creo que haya podido ser cosa de ella... Quien lo haya hecho, ha dedicado toda una vida a esa técnica. Nunca había leído sobre algo parecido... ¿Sospechas de ella, señorita Moguko?.