18/11/2022, 16:22
Esta vez Yuri la siguió en vez de quedarse mirando desde la calle. Se quedó tras ella sin saber muy bien si apoyarle la mano en el hombro la animaría o la pondría más nerviosa, así que sencillamente no hizo nada. Esperó a que Yuu se encargase, y en caso de que vomitase, se mease o se desmayase, ya intervendría.
El saco de nervios que era su compañera tocó a la puerta con timidez y la puerta se abrió de inmediato. Tras ella había un chico en pijama con pelo negro estilo tazón y ojos marrones. Parecía que había estado esperando al lado de la puerta todo este rato.
— Sois las kunoichi, ¿verdad? — ni esperó a la respuesta antes de enseñarles un trozo de papel. — ¡Este es Tuchi!
En el papel se podía ver a un monigote de pelo negro estilo tazón, que representaría al niño, y a su lado, a dos patas, un manchurrón grisaceo con cabeza de gato, ambos estaban cogidos de la mano y tenían una enorme sonrisa. Yuri lo miró por encima del hombro de Yuu y se arrepintió un poco de no haberle hecho al niño la del fantasma, hubiese sido gracioso de ver.
— ¡Tengo otros si lo necesitais! — empezó a sacar dibujos del mismo manchurrón gris en diferentes posiciones y perspectivas, aunque su cabeza siempre parecía igual. — Este es él tumbado y este él durmiendo. Normalmente no hace mucho más, por eso es tan raro que se haya ido tanto tiempo. ¡Tiene que haber tenido problemas!
La desesperación pasó a pura tristeza, de hecho, estaba a punto de llorar. Yuri iba a decir algo, pero esperó a ver cómo lo manejaba su aprendiz.
El saco de nervios que era su compañera tocó a la puerta con timidez y la puerta se abrió de inmediato. Tras ella había un chico en pijama con pelo negro estilo tazón y ojos marrones. Parecía que había estado esperando al lado de la puerta todo este rato.
— Sois las kunoichi, ¿verdad? — ni esperó a la respuesta antes de enseñarles un trozo de papel. — ¡Este es Tuchi!
En el papel se podía ver a un monigote de pelo negro estilo tazón, que representaría al niño, y a su lado, a dos patas, un manchurrón grisaceo con cabeza de gato, ambos estaban cogidos de la mano y tenían una enorme sonrisa. Yuri lo miró por encima del hombro de Yuu y se arrepintió un poco de no haberle hecho al niño la del fantasma, hubiese sido gracioso de ver.
— ¡Tengo otros si lo necesitais! — empezó a sacar dibujos del mismo manchurrón gris en diferentes posiciones y perspectivas, aunque su cabeza siempre parecía igual. — Este es él tumbado y este él durmiendo. Normalmente no hace mucho más, por eso es tan raro que se haya ido tanto tiempo. ¡Tiene que haber tenido problemas!
La desesperación pasó a pura tristeza, de hecho, estaba a punto de llorar. Yuri iba a decir algo, pero esperó a ver cómo lo manejaba su aprendiz.