16/02/2016, 21:14
(Última modificación: 16/02/2016, 21:33 por Uchiha Akame.)
La joven kunoichi clavó sus ojos grisáceos en los de Daruu. Pese a que tenían ese color apagado y neutro, brillaban con la energía que le sobraba a su dueña. Los de él, en cambio, eran marrones y duros, firmes como la madera de un viejo roble. Parecían los ojos de una persona mucho más mayor que hubieran quedado atrapados en aquel cuerpecito de niño. Anzu paseó la vista por la figura del gennin: estaba vendado por varias partes, y parecía bastante malherido. A juzgar por la contestación de Daruu, no sólo su cuerpo se había resentido de la batalla.
-Yo también le di bien.
-¡No te lo tomes a mal, tío! Al principio pensé que tu Kage había amañado el combate para que te tocase contra alguien... 'especialito'. ¿Qué clase de ninja no conoce el alcance de sus propias técnicas? -respondió la kunoichi de Taki con una carcajada, recordando el momento en que el tal Nabi se había quedado corto lanzando una llamarada-. Por suerte al final fue una buena pelea, vaya que sí. Sobre todo esa técnica tuya tan curiosa... Rasengan, ¿verdad?
Calló un instante, recordando aquella esfera de chakra verdoso con la que Daruu había hecho saltar por los aires a su contrincante, estampándosela directamente en el vientre. En aquel momento, lo que más sorprendió a Anzu no fue el jutsu en sí, sino la oleada de gritos, murmullos y aplausos que le sobrevino, proveniente del graderío de Uzugakure. En ningún otro combate he visto al público ponerse así, ni siquiera en el de aquella chica que destrozó el terreno de batalla con sus propias manos.
-Una pena que no hayáis pasado ninguno de los dos. Pero, eh, anima esa cara, tío. A otras ni siquiera nos han invitado.
-Yo también le di bien.
-¡No te lo tomes a mal, tío! Al principio pensé que tu Kage había amañado el combate para que te tocase contra alguien... 'especialito'. ¿Qué clase de ninja no conoce el alcance de sus propias técnicas? -respondió la kunoichi de Taki con una carcajada, recordando el momento en que el tal Nabi se había quedado corto lanzando una llamarada-. Por suerte al final fue una buena pelea, vaya que sí. Sobre todo esa técnica tuya tan curiosa... Rasengan, ¿verdad?
Calló un instante, recordando aquella esfera de chakra verdoso con la que Daruu había hecho saltar por los aires a su contrincante, estampándosela directamente en el vientre. En aquel momento, lo que más sorprendió a Anzu no fue el jutsu en sí, sino la oleada de gritos, murmullos y aplausos que le sobrevino, proveniente del graderío de Uzugakure. En ningún otro combate he visto al público ponerse así, ni siquiera en el de aquella chica que destrozó el terreno de batalla con sus propias manos.
-Una pena que no hayáis pasado ninguno de los dos. Pero, eh, anima esa cara, tío. A otras ni siquiera nos han invitado.