23/01/2023, 22:35
La tarde caía radiante sobre el horizonte, marcando un lindo contraste entre tonos cálidos y fríos en el cielo. Una tarde hermosa a la que una joven kunoichi que llevaba un paraguas no estaba prestando atención en lo absoluto. Se trataba de Kaminari Kimi, una joven chiquilla de piel oscura y ojos de distinto brillo y color. El izquierdo era morado, mientras que el derecho era rojo. Iba vestida con una camiseta negra impermeable, con el símbolo de un rayo azul adornado su espalda. Sus pantalones eran los típicos pantalones blancos que se utilizaban en la práctica del Karate, teniendo el resto del karategi atado a la cadera junto a un portaobjetos lleno de pequeñas botellas de agua. Tampoco llevaba puesta su bandana, pues no estaba de servicio.
Lo que sí estaba era ocupada. Solía ser la clase de persona que se tomaba las cosas con calma y se paraba a disfrutar de días tan preciosos como aquel, pero aquel día tenía que darse prisa. ¿El motivo? En una tienda del distrito comercial ponían a la venta una figura que quería comprarle a su hermana, y como no fuese de las primeras en llegar, probablemente se agotaría antes de que llegase. No tenía tiempo de detenerse.
*Crick* *Crick* *Crack*
A pesar de la prisa que llevaba, fue imposible no escuchar aquel sonido entre la lluvia, que provenía de la rodilla de un chico menudo que rondaba su altura. El chico caminaba con dificultad por la calle, cargando con un gran peso a sus espaldas.
Al ver eso, Kimi valoró durante unos segundos la situación. Quizás sí tenía algo de tiempo para detenerse.
Kimi se acercó al chico con algo de prisa en cuanto este volvió a detenerse, tapándolo con su paraguas a la vez que le ofrecía la mano para ayudarlo. El joven podría ver que aquella mano, igual que el resto del brazo, estaba completamente hecha de metal.
— Buenas. —Saludó, con una sonrisa amable—. ¿Puedo ayudarlo?
Lo que sí estaba era ocupada. Solía ser la clase de persona que se tomaba las cosas con calma y se paraba a disfrutar de días tan preciosos como aquel, pero aquel día tenía que darse prisa. ¿El motivo? En una tienda del distrito comercial ponían a la venta una figura que quería comprarle a su hermana, y como no fuese de las primeras en llegar, probablemente se agotaría antes de que llegase. No tenía tiempo de detenerse.
*Crick* *Crick* *Crack*
A pesar de la prisa que llevaba, fue imposible no escuchar aquel sonido entre la lluvia, que provenía de la rodilla de un chico menudo que rondaba su altura. El chico caminaba con dificultad por la calle, cargando con un gran peso a sus espaldas.
Al ver eso, Kimi valoró durante unos segundos la situación. Quizás sí tenía algo de tiempo para detenerse.
Kimi se acercó al chico con algo de prisa en cuanto este volvió a detenerse, tapándolo con su paraguas a la vez que le ofrecía la mano para ayudarlo. El joven podría ver que aquella mano, igual que el resto del brazo, estaba completamente hecha de metal.
— Buenas. —Saludó, con una sonrisa amable—. ¿Puedo ayudarlo?