29/01/2023, 13:27
Ante el agradecimiento del titiritero, Kimi contestó que no había de qué. Su mirada atenta y curiosa no desapareció un solo segundo del marionetista, ni de su obra. La chica si que pareció sorprenderse un poco con la apariencia real de Momo, y para cuando el genin la presentó, ésta sentenció que era un gusto conocerlo. Casi como si fuese una persona, o algún tipo de ser con sentimientos. Arata no entendía demasiado bien esa reacción, pero quizás hubiese respondido al cortés saludo con uno de vuelta por parte de Momo. Si estuviera en las condiciones apropiadas, claro.
—Siento que Momo no pueda moverse bien. La última misión tuvo fuertes repercusiones en su sistema motriz. —Confesó algo apenado.
Kimi alegó que eso parecía realmente complicado, refiriéndose a la marioneta. Decía no saber mucho de maionetas, lo cuál significaba que sabía algo. Pero en realidad, el titiritero tenía ese ambito más que resuelto, al menos por el momento. Todas las marionetas que llevaba consigo eran obras suyas. Hasta la última pieza. El verdadero problema era...
—En realidad, el problema lo tengo con la técnica de sellado que estoy trabajando. ¿Ve usted esa etiqueta, señorita Kaminari?. —Inquirió, señalando la pegatina que cubría un tercio del rostro de la marioneta. —Ésta etiqueta me permite si cierro los ojos y mantengo el sello del carnero, ver todo lo que Momo está viendo, y reproducir mi voz desde él. Pero al parecer no se mueven sus labios, y la vista es un tanto imprecisa...
El titiritero se arrodilló junto a Momo, y comenzó a apretar un par de tornillos, mover algunos resortes, y recolocar algunos tubos.
—O al menos eso pensaba. Tiene unos ojos peculiares, señorita Kaminari. Al principio pensé que se trataba de un error de visión en Momo.
—Siento que Momo no pueda moverse bien. La última misión tuvo fuertes repercusiones en su sistema motriz. —Confesó algo apenado.
Kimi alegó que eso parecía realmente complicado, refiriéndose a la marioneta. Decía no saber mucho de maionetas, lo cuál significaba que sabía algo. Pero en realidad, el titiritero tenía ese ambito más que resuelto, al menos por el momento. Todas las marionetas que llevaba consigo eran obras suyas. Hasta la última pieza. El verdadero problema era...
—En realidad, el problema lo tengo con la técnica de sellado que estoy trabajando. ¿Ve usted esa etiqueta, señorita Kaminari?. —Inquirió, señalando la pegatina que cubría un tercio del rostro de la marioneta. —Ésta etiqueta me permite si cierro los ojos y mantengo el sello del carnero, ver todo lo que Momo está viendo, y reproducir mi voz desde él. Pero al parecer no se mueven sus labios, y la vista es un tanto imprecisa...
El titiritero se arrodilló junto a Momo, y comenzó a apretar un par de tornillos, mover algunos resortes, y recolocar algunos tubos.
—O al menos eso pensaba. Tiene unos ojos peculiares, señorita Kaminari. Al principio pensé que se trataba de un error de visión en Momo.