7/02/2023, 23:50
La kunoichi quitó plomo sobre el asunto de preguntar, casi parecía estar acostumbrada a lidiar con ese tipo de preguntas. No era de extrañar, pues no a todas las personas le brillan de esa manera los ojos. Y según parecía, se trataba de una prótesis. Ese extraño ojo que suplía al real, era una "cicatriz" de haber sido público en el último torneo de los Dojos. Si, exactamente, el torneo aquél donde se lió parda y hubieron muchas muertes y heridos. Arata por un momento quedó sin palabras, no sabía ni qué decir a eso...
—Uh... Entiendo... Tuvo que ser... Difícil estar allí... Leí bastante sobre ese torneo... Fue todo terrible... —Dijo, a duras penas.
Pero al menos, había una buena noticia: La marioneta estaba reparada. Aunque no fuese al 100%. Pero ya era algo.
Arata se reincorporó, y ofreció el destornillador a su propietaria de vuelta. —Muchas gracias, señorita Kaminari. Aquí tiene.
Dicho ésto, y entregado el susodicho destornillador, Arata realizaría una humilde y bien ejecutada reverencia. En ésta ocasión, la marioneta imitaria al titiritero a la perfección, realizando también una reverencia hacia la genin. Los dos estaban en deuda con la chica; el títere por haber podido ser arreglado, y el marionetista por haberse ahorrado un camino a casa para pillar un maldito destornillador. Quizás en un futuro, debería apañar un kit de reparación de emergencia. De hecho, no era para nada una nala idea.
—¿Puedo ofrecerle un refresco o algo por la ayuda, señorita Kaminari? —Preguntó.
—Uh... Entiendo... Tuvo que ser... Difícil estar allí... Leí bastante sobre ese torneo... Fue todo terrible... —Dijo, a duras penas.
Pero al menos, había una buena noticia: La marioneta estaba reparada. Aunque no fuese al 100%. Pero ya era algo.
Arata se reincorporó, y ofreció el destornillador a su propietaria de vuelta. —Muchas gracias, señorita Kaminari. Aquí tiene.
Dicho ésto, y entregado el susodicho destornillador, Arata realizaría una humilde y bien ejecutada reverencia. En ésta ocasión, la marioneta imitaria al titiritero a la perfección, realizando también una reverencia hacia la genin. Los dos estaban en deuda con la chica; el títere por haber podido ser arreglado, y el marionetista por haberse ahorrado un camino a casa para pillar un maldito destornillador. Quizás en un futuro, debería apañar un kit de reparación de emergencia. De hecho, no era para nada una nala idea.
—¿Puedo ofrecerle un refresco o algo por la ayuda, señorita Kaminari? —Preguntó.