9/03/2023, 21:54
Shun tan solo asintió y empezó a caminar en dirección a las escaleras, esperando que la ninja le siga.
El bajista los siguió, pero llegó a la barra, donde se sentó al lado de Fuyu, el cual parecía haber prendido su segundo cigarrillo. Este último miró de reojo a los dos que estaba por subir las escaleras y luego volvió a lo suyo. El tabernero no les dio ni importancia, estaba tan enfocado limpiando algunos vasos con un trapo que parecía ni haberlos visto subir las escaleras.
Sayo podría ver que las escaleras estaban con un ancho aceptable, entrando dos personas por escalón. Un trabajo de piernas después de subir, se daría de frente con la puerta. En el momento que terminaba el último escalón, había algo de piso poco antes de que esté una breve pared con la puerta en medio. Era tal como describió el tabernero en un principio, no había mucho más. A simple vista por lo menos, solo se veía eso.
Toc toc. Golpeó el alto en la puerta de madera, al igual que todo el lugar, descuidada y ya con necesidad de que le pasen una mano de pintura nueva. Un balde entero diría incluso.
—¿Qué? — Se oyó de dentro.
—Paso. — Soltó cortante y decidido.
Esperó unos segundos, cuando notó que Midori no dio ningún indicio de que se estaba cambiando o algo por el estilo, pasó sabiendo que no había ningún problema.
A decir verdad, uno esperaría que eso sea una pocilga y un lugar "acogedor". Si bien no era una mansión, era algo más grande lo que aparentaba. Al fondo de la habitación había una especie de ropero. Al costado izquierdo, más al fondo, había una especie de espero con un mueble. A la izquierda, más cerca de la puerta, había una especie de mesas con sillas, un poco más cuidadas que las de abajo. En la mesa tan solo había un cenicero, una botella de cerveza abierta, perdiendo el gas, y algunas botellas de agua ya vacías. A la derecha había menos cosas, pues solo había un sofá, aunque este era algo grande. Fácilmente podían entrar los cuatro de la banda ahí.
—No debería estar aquí. — Dijo seca, acostada boca arriba en el sillón, con su cabeza apoyada en este, sus brazos extendidos en el mismo y sus piernas colgando por uno de los bordes. Desde el ángulo de ellos, solo verían la cabeza, brazos y cuerpo de ella extendido, ya que las piernas colgaban desde el otro lado. Parecía algo incómodo mirarlos a ellos desde esa posición pero no se dignó a moverse.
—Solo viene a hablar.
—¿Viene o vienen?
El bajista los siguió, pero llegó a la barra, donde se sentó al lado de Fuyu, el cual parecía haber prendido su segundo cigarrillo. Este último miró de reojo a los dos que estaba por subir las escaleras y luego volvió a lo suyo. El tabernero no les dio ni importancia, estaba tan enfocado limpiando algunos vasos con un trapo que parecía ni haberlos visto subir las escaleras.
Sayo podría ver que las escaleras estaban con un ancho aceptable, entrando dos personas por escalón. Un trabajo de piernas después de subir, se daría de frente con la puerta. En el momento que terminaba el último escalón, había algo de piso poco antes de que esté una breve pared con la puerta en medio. Era tal como describió el tabernero en un principio, no había mucho más. A simple vista por lo menos, solo se veía eso.
Toc toc. Golpeó el alto en la puerta de madera, al igual que todo el lugar, descuidada y ya con necesidad de que le pasen una mano de pintura nueva. Un balde entero diría incluso.
—¿Qué? — Se oyó de dentro.
—Paso. — Soltó cortante y decidido.
Esperó unos segundos, cuando notó que Midori no dio ningún indicio de que se estaba cambiando o algo por el estilo, pasó sabiendo que no había ningún problema.
A decir verdad, uno esperaría que eso sea una pocilga y un lugar "acogedor". Si bien no era una mansión, era algo más grande lo que aparentaba. Al fondo de la habitación había una especie de ropero. Al costado izquierdo, más al fondo, había una especie de espero con un mueble. A la izquierda, más cerca de la puerta, había una especie de mesas con sillas, un poco más cuidadas que las de abajo. En la mesa tan solo había un cenicero, una botella de cerveza abierta, perdiendo el gas, y algunas botellas de agua ya vacías. A la derecha había menos cosas, pues solo había un sofá, aunque este era algo grande. Fácilmente podían entrar los cuatro de la banda ahí.
—No debería estar aquí. — Dijo seca, acostada boca arriba en el sillón, con su cabeza apoyada en este, sus brazos extendidos en el mismo y sus piernas colgando por uno de los bordes. Desde el ángulo de ellos, solo verían la cabeza, brazos y cuerpo de ella extendido, ya que las piernas colgaban desde el otro lado. Parecía algo incómodo mirarlos a ellos desde esa posición pero no se dignó a moverse.
—Solo viene a hablar.
—¿Viene o vienen?