10/03/2023, 22:55
— E-Esta uno de los patios interiores con el Señor Hida — respondió la chica.
Acto seguido, la chica que había venido con Suzume emprendió la carrera por los pasillos de fría madera y altos lujos en paredes, techo y suelo. La ambientación del interior era igual que la de una casa tradicional japonesa, o más bien el de un palacio. Era fácil poder perderse en aquellos largos pasillos que tenían algunas puertas correderas de papel y poca decoración más allá se la tuvieran las puertas. La castaña la esperaría en cada intersección e incluso aflojaría la marcha si fuera necesario para que Suzume la siguiera. Aun así, necesitarían casi un minuto entero para poder llegar a la ubicación donde se encontraba la morena.
El patio era extenso, y la decoración de este iba a juego con toda la casa. Había un jardín, un pequeño lago lleno de carpas, así como un riachuelo. Había un camino de piedras en algunos lugares, también un jardín zen con varias grandes piedras, y fuera de la arena algunos árboles de cerezo repartido por todo el jardín. La palabra jardín quedaba un poco extraña para definir aquel lugar dada las grandes dimensiones del sitio. No muy lejos de la tarima que daba a los exteriores, la cual estaba cubierta, había dos personas intercambiando golpes. O más bien, una lo intentaba mientras la otra apenas tenía que hacer un esfuerzo para pararlos.
Saki llevaba una camisa blanca de manga corta, así como un pantalón oscuro muy holgado. El detalle en el pecho, a la altura de corazón del emblema de la casa Hinoki, hacía que junto a su ropa pareciera una estudiante de algún dojo. Tenía el pelo un poco desordenado, pero con lo laceo y liso que era, tan solo un poco hacía que se notara mucho en ella. Jadeaba y sudaba, sosteniendo la espada con las dos manos y una pose ligeramente encorvada hacia delante.
Hida por su parte, estaba en una posición en la que todos sus flancos estaban completamente abiertos. El hombre de larga barba y largo cabello plateado, sostenía su shinai con una sola mano y sin apenas hacer algo de esfuerzo.
— ¿Que te ocurre? Es la primera vez que te veo así — dijo, arqueando una ceja curiosa y sin ningún sarcasmo en su tono de voz. — Tu posición es horrible, tu técnica es incluso peor. Me recuerdas a cuando empezamos hace casí quince años. No, incluso entonces tenías mejor técnica que ahora.
Acto seguido, la chica que había venido con Suzume emprendió la carrera por los pasillos de fría madera y altos lujos en paredes, techo y suelo. La ambientación del interior era igual que la de una casa tradicional japonesa, o más bien el de un palacio. Era fácil poder perderse en aquellos largos pasillos que tenían algunas puertas correderas de papel y poca decoración más allá se la tuvieran las puertas. La castaña la esperaría en cada intersección e incluso aflojaría la marcha si fuera necesario para que Suzume la siguiera. Aun así, necesitarían casi un minuto entero para poder llegar a la ubicación donde se encontraba la morena.
El patio era extenso, y la decoración de este iba a juego con toda la casa. Había un jardín, un pequeño lago lleno de carpas, así como un riachuelo. Había un camino de piedras en algunos lugares, también un jardín zen con varias grandes piedras, y fuera de la arena algunos árboles de cerezo repartido por todo el jardín. La palabra jardín quedaba un poco extraña para definir aquel lugar dada las grandes dimensiones del sitio. No muy lejos de la tarima que daba a los exteriores, la cual estaba cubierta, había dos personas intercambiando golpes. O más bien, una lo intentaba mientras la otra apenas tenía que hacer un esfuerzo para pararlos.
Saki llevaba una camisa blanca de manga corta, así como un pantalón oscuro muy holgado. El detalle en el pecho, a la altura de corazón del emblema de la casa Hinoki, hacía que junto a su ropa pareciera una estudiante de algún dojo. Tenía el pelo un poco desordenado, pero con lo laceo y liso que era, tan solo un poco hacía que se notara mucho en ella. Jadeaba y sudaba, sosteniendo la espada con las dos manos y una pose ligeramente encorvada hacia delante.
Hida por su parte, estaba en una posición en la que todos sus flancos estaban completamente abiertos. El hombre de larga barba y largo cabello plateado, sostenía su shinai con una sola mano y sin apenas hacer algo de esfuerzo.
— ¿Que te ocurre? Es la primera vez que te veo así — dijo, arqueando una ceja curiosa y sin ningún sarcasmo en su tono de voz. — Tu posición es horrible, tu técnica es incluso peor. Me recuerdas a cuando empezamos hace casí quince años. No, incluso entonces tenías mejor técnica que ahora.