18/03/2023, 20:11
La habitación era simple, con paredes de madera y papel corredizas, así como un tatami simple de varias piezas. Una de las puertas se abriria, dando paso a una chica bajita que llevaba varias sabanas entre sus brazos extendidos hasta el puto de que no podía mirar hacia delante, sino que debía centrar su atención al suelo. Vestía un traje de miko simple, de colores blanco y un azul marino. Su pelo era algo largo, y se separaba en dos coletas pequeñas.
— ¿Eres la kunoichi que ha venido a ayudar? — dijo desde detrás de las sabanas, una voz que a Chika le resultaría familiar. — Abreme este armario, por fa — dijo acercándose hasta uno, para voltearse al verla.
Pero cuando vió de quien se trataba, le temblaron un poco los brazos. Le resultaba embarazoso que la gente conocida la viera así. Por suerte fue capaz de mantener el equilibrio y evitar que cayeran al suelo.
— ¿¡C-Chika-san!? ¿¡Q-Que haces aquí!? — preguntó estupidamente.
— ¿Eres la kunoichi que ha venido a ayudar? — dijo desde detrás de las sabanas, una voz que a Chika le resultaría familiar. — Abreme este armario, por fa — dijo acercándose hasta uno, para voltearse al verla.
Pero cuando vió de quien se trataba, le temblaron un poco los brazos. Le resultaba embarazoso que la gente conocida la viera así. Por suerte fue capaz de mantener el equilibrio y evitar que cayeran al suelo.
— ¿¡C-Chika-san!? ¿¡Q-Que haces aquí!? — preguntó estupidamente.