27/03/2023, 21:31
La chica de cabellos blancos asintió con algo de tristeza en el rostro, y posteriormente se dió un par de golpecitos en su kimono, buscando limpiar una suciedad casi inexistente.
— N-No me llamo Ryo, Chika-san. Soy Aya — añadió arrugando un poco el ceño disgustada.— Mi padre tiene un dojo aquí. Enseña algunas artes marciales a todo el que quiera.
Después, caminó hacia el pasillo del que había salido haciéndole un gesto con la mano a Chika para que la acompañara. La pequeña se veía visiblemente enfadada y hasta la kunoichi se daría cuenta de cuál era el motivo, pese a no ser la bombilla más resplandeciente de la ciudad.
— N-No me llamo Ryo, Chika-san. Soy Aya — añadió arrugando un poco el ceño disgustada.— Mi padre tiene un dojo aquí. Enseña algunas artes marciales a todo el que quiera.
Después, caminó hacia el pasillo del que había salido haciéndole un gesto con la mano a Chika para que la acompañara. La pequeña se veía visiblemente enfadada y hasta la kunoichi se daría cuenta de cuál era el motivo, pese a no ser la bombilla más resplandeciente de la ciudad.