30/03/2023, 20:47
— No me gusta el templo. Lo odio — protestó en seco ante sus palabras.
Después, permanecería en silencio con el ceño fruncido más de lo habitual hasta que abrió una puerta corredera. Era una sala algo ominosa, pero a la vez demostraba algo de sencillez al poder ver a través de una de las puertas abiertas al otro lado que daba al jardín y un pequeño terreno de arena zen. Aya caminó al interior y señaló algunos porta velas, la mayoría de ellos bastante consumidos.
— En ese armario hay algunas velas, reemplázalas. Yo me ocuparé de quitarle el polvo al tabernáculo — señaló un armario que estaba en el pasillo por el que había entrado, que quedaba justo en frente de la puerta. Su tono parecía bastante enfadado pese a su aguda voz.
Después, permanecería en silencio con el ceño fruncido más de lo habitual hasta que abrió una puerta corredera. Era una sala algo ominosa, pero a la vez demostraba algo de sencillez al poder ver a través de una de las puertas abiertas al otro lado que daba al jardín y un pequeño terreno de arena zen. Aya caminó al interior y señaló algunos porta velas, la mayoría de ellos bastante consumidos.
— En ese armario hay algunas velas, reemplázalas. Yo me ocuparé de quitarle el polvo al tabernáculo — señaló un armario que estaba en el pasillo por el que había entrado, que quedaba justo en frente de la puerta. Su tono parecía bastante enfadado pese a su aguda voz.