26/04/2023, 19:09
Ryūnosuke agarró el pelo chamuscado de su madre y la irguió cuan larga era con su mano sana. Ella entreabrió los ojos, sin poder mover un solo músculo más. Eso era algo que ni siquiera ella podía hacer, con todos los huesos y los ligamentos rotos.
—¿Vas a matarme… como a tu padre?
Ryūnosuke miró el espadón, y luego volvió a mirarla a ella.
—Tú lo dijiste —le recordó—. No eres mi padre.
La cargó sobre el hombro.
—Y necesito que me guíes al Santuario de los Despojos.
FIN.
—¿Vas a matarme… como a tu padre?
Ryūnosuke miró el espadón, y luego volvió a mirarla a ella.
—Tú lo dijiste —le recordó—. No eres mi padre.
La cargó sobre el hombro.
—Y necesito que me guíes al Santuario de los Despojos.
FIN.