17/02/2016, 13:14
(Última modificación: 17/02/2016, 13:21 por Uzumaki Eri.)
-Ríndete, está claro que no estas concentrado en el combate.
La patada le dio en el costado, y aunque no sintió tanto dolor como el que se suponía que sentiría, el dolor psicológico que el Uchiha había ejercido en su orgullo como usuario de Taijutsu y genin de Takigakure había sido peor que aquel movimiento. El rubio lo miraba, serio, y en sus ojos, oscuros, se reflejaba la seguridad de quién era capaz de ganar y quién no. Abrumado por su actual descubrimiento, miró a su abuelo, y entre las finas líneas que se formaban por sus pestañas casi cerradas, pudo ver el reproche que éstas conllevaban.
Había vuelto a errar en su comportamiento, por su ira tras ver a su compañera y hermana herida por una simple genin de Uzushiogakure. Más, sin embargo, sus sentimientos venenosos hicieron a su lengua, más viperina que nunca, hablar por él.
-Ya, claro... Y tú estás más centrado en ocultar tu uso del Sharingan - Replicó, mintiendo. - Estaba prohibido.
Pero antes de que el rubio pudiese replicar y decir que, efectivamente, era mentira, una sandalia de madera golpeó en la cabeza Sekkachi, haciendo a su cabeza topar con el suelo de nuevo para darse otro golpe en la frente. El genin, con el orgullo por los suelos haciéndole compañía, miró a su abuelo con lágrimas en los ojos, pero el anciano ni se inmutó, más su expresión denotaba una seriedad increíble, haciendo al genin sudar frío.
-Por eso mismo no acepto tus peticiones de medirte en combate conmigo, confié en tí, más tu rencor por todo aquel genin que aquí se presenta te ha llevado a perder otra pelea - Regañó, poniéndose de pie. Su nieto lo imitó, cabizbajo. -Este joven no ha usado el Sharingan en ningún momento, así que quedas fuera de este combate, por mentiroso y por haberte dejado llevar por esos sentimientos negativos tuyos
Sekkachi, dolido y abochornado, salió corriendo por donde minutos antes había llevado a su hermana y desapareció. El dueño del Dojo suspiró y se giró a Nabi, dando sonoros aplausos. -Bueno, como recompensa, aquí tienes - Se acercó a Eri, la tomó delicadamente por su brazo izquierdo y tiró de ella para que se incorporase junto a él. -Lo siento, pero no tengo más medallas, conformaros con la que os he dado a ambos, jo, jo, jo. - comentó mientras empujaba a la kunoichi del remolino hacia su compañero, cayendo entre los brazos de éste.
La huérfana miró a los ojos a su compañero de villa, él había ganado incluso más rápido que ella, estaba feliz por él, sin embargo se sentía un poco mal por Sekkachi... Entendió el momento de inferioridad con el que había actuado tras las palabras del Uchiha y actuó sin darse cuenta, como hacia ella... Un sentimiento amargo atravesó su pecho y su mirada ensombreció, haciendo quedarse un poco cabizbaja. Sin embargo, unas palabras salieron de sus labios, en un susurro:
-Has estado genial, Nabi-kun, ¡ojalá yo puediese ser tan buena como tú! - Susurró, levantando su cabeza para encontrarse con sus orbes negros. Los suyos estaban cerrados, y una sonrisa se dibujó en sus labios. Tenía que estar feliz, ambos habían demostrado que también valían para el taijutsu y no solo dependían de su ninjutsu o sus armas... Pero sabía que si alguien gana, otros tienen que perder, y eso... Eso no sabía como calzarlo.
Suponía que era ley de vida.
La patada le dio en el costado, y aunque no sintió tanto dolor como el que se suponía que sentiría, el dolor psicológico que el Uchiha había ejercido en su orgullo como usuario de Taijutsu y genin de Takigakure había sido peor que aquel movimiento. El rubio lo miraba, serio, y en sus ojos, oscuros, se reflejaba la seguridad de quién era capaz de ganar y quién no. Abrumado por su actual descubrimiento, miró a su abuelo, y entre las finas líneas que se formaban por sus pestañas casi cerradas, pudo ver el reproche que éstas conllevaban.
Había vuelto a errar en su comportamiento, por su ira tras ver a su compañera y hermana herida por una simple genin de Uzushiogakure. Más, sin embargo, sus sentimientos venenosos hicieron a su lengua, más viperina que nunca, hablar por él.
-Ya, claro... Y tú estás más centrado en ocultar tu uso del Sharingan - Replicó, mintiendo. - Estaba prohibido.
Pero antes de que el rubio pudiese replicar y decir que, efectivamente, era mentira, una sandalia de madera golpeó en la cabeza Sekkachi, haciendo a su cabeza topar con el suelo de nuevo para darse otro golpe en la frente. El genin, con el orgullo por los suelos haciéndole compañía, miró a su abuelo con lágrimas en los ojos, pero el anciano ni se inmutó, más su expresión denotaba una seriedad increíble, haciendo al genin sudar frío.
-Por eso mismo no acepto tus peticiones de medirte en combate conmigo, confié en tí, más tu rencor por todo aquel genin que aquí se presenta te ha llevado a perder otra pelea - Regañó, poniéndose de pie. Su nieto lo imitó, cabizbajo. -Este joven no ha usado el Sharingan en ningún momento, así que quedas fuera de este combate, por mentiroso y por haberte dejado llevar por esos sentimientos negativos tuyos
Sekkachi, dolido y abochornado, salió corriendo por donde minutos antes había llevado a su hermana y desapareció. El dueño del Dojo suspiró y se giró a Nabi, dando sonoros aplausos. -Bueno, como recompensa, aquí tienes - Se acercó a Eri, la tomó delicadamente por su brazo izquierdo y tiró de ella para que se incorporase junto a él. -Lo siento, pero no tengo más medallas, conformaros con la que os he dado a ambos, jo, jo, jo. - comentó mientras empujaba a la kunoichi del remolino hacia su compañero, cayendo entre los brazos de éste.
La huérfana miró a los ojos a su compañero de villa, él había ganado incluso más rápido que ella, estaba feliz por él, sin embargo se sentía un poco mal por Sekkachi... Entendió el momento de inferioridad con el que había actuado tras las palabras del Uchiha y actuó sin darse cuenta, como hacia ella... Un sentimiento amargo atravesó su pecho y su mirada ensombreció, haciendo quedarse un poco cabizbaja. Sin embargo, unas palabras salieron de sus labios, en un susurro:
-Has estado genial, Nabi-kun, ¡ojalá yo puediese ser tan buena como tú! - Susurró, levantando su cabeza para encontrarse con sus orbes negros. Los suyos estaban cerrados, y una sonrisa se dibujó en sus labios. Tenía que estar feliz, ambos habían demostrado que también valían para el taijutsu y no solo dependían de su ninjutsu o sus armas... Pero sabía que si alguien gana, otros tienen que perder, y eso... Eso no sabía como calzarlo.
Suponía que era ley de vida.
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