17/02/2016, 15:07
Pese a los temores del chico de blanca cabellera, no sería aquel chuunin cocinero el que se diese cuenta de su presencia. Allí, agazapado entre unas ramas de bajas de bambú, el chico de Uzugakure no vio llegar a la tercera persona en escena. Encaramada a un tronco de bambú, unos cuantos metros por encima de la cabeza del muchacho, una kunoichi le observaba atentamente con sus ojos del color de la escarcha. Era muy morena, hasta tal punto de que su piel casi tenía el color del café, y contrastaba con su pelo blanco -igual que el del shinobi-. Parece totalmente perdido, está claro que no es de por aquí... ¿De qué tendrá miedo? A juzgar por su bandana, es un gennin de Uzugakure. ¿Qué hace tan lejos de su Aldea, y solo?
Tras unos instantes de silente observación, la chica decidió darle un pequeño susto al recién llegado. Una bromita inocente. Se dejó caer directamente tras el extraño, amortiguando el descenso con una suave flexión de rodillas. Sin darle tiempo a reaccionar, Anzu empujó al chico con todas sus fuerzas, intentando hacer que se desequilibrase y cayera hacia delante, abandonando la cobertura del arbusto.
-¡Vaya, acabo de conocer al peor espía del mundo! -bromeó entre carcajadas-. ¿Qué te pasa, colega? Se te ve hambriento, he podido escuchar los rugidos de tu tripa desde el quinto bambú.
-¡Anzu, te he dicho mil veces que seas amable con los ninjas de otras Aldeas! -la reprendió el chuunin cocinero, que se había puesto en pie y caminaba hacia ellos-. No tienes muy buen aspecto, chico, ¿podemos ayudarte en algo?
Yotsuki Hida tendió una mano amiga al gennin de Uzugakure para ayudarle a levantarse. Parecía un tipo simpático, aunque sus rasgos curtidos dejaban poco lugar a dudas sobre lo experimentado que era. Sus ojos, marrones y oscuros, examinaban al del Remolino con curiosidad.
Tras unos instantes de silente observación, la chica decidió darle un pequeño susto al recién llegado. Una bromita inocente. Se dejó caer directamente tras el extraño, amortiguando el descenso con una suave flexión de rodillas. Sin darle tiempo a reaccionar, Anzu empujó al chico con todas sus fuerzas, intentando hacer que se desequilibrase y cayera hacia delante, abandonando la cobertura del arbusto.
-¡Vaya, acabo de conocer al peor espía del mundo! -bromeó entre carcajadas-. ¿Qué te pasa, colega? Se te ve hambriento, he podido escuchar los rugidos de tu tripa desde el quinto bambú.
-¡Anzu, te he dicho mil veces que seas amable con los ninjas de otras Aldeas! -la reprendió el chuunin cocinero, que se había puesto en pie y caminaba hacia ellos-. No tienes muy buen aspecto, chico, ¿podemos ayudarte en algo?
Yotsuki Hida tendió una mano amiga al gennin de Uzugakure para ayudarle a levantarse. Parecía un tipo simpático, aunque sus rasgos curtidos dejaban poco lugar a dudas sobre lo experimentado que era. Sus ojos, marrones y oscuros, examinaban al del Remolino con curiosidad.