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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#3
Toc. Toc. Toc.

Alguien llamó a la puerta de su habitación. Extrañado, Daruu giró el cuello lo suficiente como para no hacerse daño y se quedó mirando la manija como un idiota, sin dar permiso de entrada a quien quiera que fuese el que estaba tras de ella. «¿Quién podría...». Su madre, no. Esa era de las personas que no pedían permiso cuando entraban por las puertas.

—¿Hola...?

Claro, Ayame. Debía de haberlo pensado. De pronto, se sintió como una mierda. Tenía la intuición de que ella había ganado su combate, seguro. Y él...

¡La apuesta, maldita sea! No quería mirarla a los ojos después de haber perdido en la primera ronda. Y menos a su padre.

Afortunadamente, la muchacha venía sola. Dio un tímido paso al interior y Daruu dejó caer la mirada a sus pies, incapaz de sujetársela ni un segundo.

—Hola... Pasa, pasa... —Señaló una silla que había al lado de su cama.

—C... ¿Cómo te encuentras...?

—Un poco quemado con la vida —no pudo evitar bromear dejándola atisbar una fracción rota de sonrisa—. Pero lo que más me duele es el orgullo. He caído de primeras. Seguro que tú has pasado. Y la apuesta...

Resopló, y solo entonces la miró a los ojos. Aquellos ojos tan grandes, tan marrones, tan vivos, tan bonit...

Apartó la mirada, sonrojado.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
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Mensajes en este tema
RE: Un rayo de sol que queda cuando cierras la persiana - por Amedama Daruu - 18/02/2016, 12:12


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