18/02/2016, 12:12
(Última modificación: 18/02/2016, 12:12 por Amedama Daruu.)
Toc. Toc. Toc.
Alguien llamó a la puerta de su habitación. Extrañado, Daruu giró el cuello lo suficiente como para no hacerse daño y se quedó mirando la manija como un idiota, sin dar permiso de entrada a quien quiera que fuese el que estaba tras de ella. «¿Quién podría...». Su madre, no. Esa era de las personas que no pedían permiso cuando entraban por las puertas.
—¿Hola...?
Claro, Ayame. Debía de haberlo pensado. De pronto, se sintió como una mierda. Tenía la intuición de que ella había ganado su combate, seguro. Y él...
¡La apuesta, maldita sea! No quería mirarla a los ojos después de haber perdido en la primera ronda. Y menos a su padre.
Afortunadamente, la muchacha venía sola. Dio un tímido paso al interior y Daruu dejó caer la mirada a sus pies, incapaz de sujetársela ni un segundo.
—Hola... Pasa, pasa... —Señaló una silla que había al lado de su cama.
—C... ¿Cómo te encuentras...?
—Un poco quemado con la vida —no pudo evitar bromear dejándola atisbar una fracción rota de sonrisa—. Pero lo que más me duele es el orgullo. He caído de primeras. Seguro que tú has pasado. Y la apuesta...
Resopló, y solo entonces la miró a los ojos. Aquellos ojos tan grandes, tan marrones, tan vivos, tan bonit...
Apartó la mirada, sonrojado.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)