18/02/2016, 12:20
Daruu respondió a la carcajada de Anzu con un mohín enfurruñado. ¿Quién era aquella tía para reirse de él de aquella manera? Para empezar, ¿por qué estaba hablando con él?
—¡No te lo tomes a mal, tío! Al principio pensé que tu Kage había amañado el combate para que te tocase contra alguien... 'especialito'. ¿Qué clase de ninja no conoce el alcance de sus propias técnicas?
Al menos aquello lo arregló un poco. Se vio forzado a sonreír a recordar aquél momento tan épico. Dios, cómo se había reído.
Por suerte al final fue una buena pelea, vaya que sí. Sobre todo esa técnica tuya tan curiosa... Rasengan, ¿verdad?
El Rasengan, sí. La primera vez que le había salido tan bien. Se miró la mano vendada y asintió, sonriendo.
—Una pena que no hayáis pasado ninguno de los dos. Pero, eh, anima esa cara, tío. A otras ni siquiera nos han invitado.
—Gracias por los ánimos. Pero eh, no tengas ninguna prisa, mejor que vayas preparada. Fíjate como he acabado yo. —Abrió los brazos y miró hacia abajo, señalando con la barbilla su cuerpo magullado y vendado—. No me has dicho cómo te llamas. Y... ¿qué haces aquí? —Una pregunta muy directa. Pero no estaba acostumbrado a tratar con gente tan abierta, a excepción de su madre. Y a su madre, obviamente, la conocía de toda la vida.
Ahora que lo pensaba, aquella muchacha tenía una personalidad muy parecida.
—¡No te lo tomes a mal, tío! Al principio pensé que tu Kage había amañado el combate para que te tocase contra alguien... 'especialito'. ¿Qué clase de ninja no conoce el alcance de sus propias técnicas?
Al menos aquello lo arregló un poco. Se vio forzado a sonreír a recordar aquél momento tan épico. Dios, cómo se había reído.
Por suerte al final fue una buena pelea, vaya que sí. Sobre todo esa técnica tuya tan curiosa... Rasengan, ¿verdad?
El Rasengan, sí. La primera vez que le había salido tan bien. Se miró la mano vendada y asintió, sonriendo.
—Una pena que no hayáis pasado ninguno de los dos. Pero, eh, anima esa cara, tío. A otras ni siquiera nos han invitado.
—Gracias por los ánimos. Pero eh, no tengas ninguna prisa, mejor que vayas preparada. Fíjate como he acabado yo. —Abrió los brazos y miró hacia abajo, señalando con la barbilla su cuerpo magullado y vendado—. No me has dicho cómo te llamas. Y... ¿qué haces aquí? —Una pregunta muy directa. Pero no estaba acostumbrado a tratar con gente tan abierta, a excepción de su madre. Y a su madre, obviamente, la conocía de toda la vida.
Ahora que lo pensaba, aquella muchacha tenía una personalidad muy parecida.