18/02/2016, 16:10
—Gracias por los ánimos. Pero eh, no tengas ninguna prisa, mejor que vayas preparada. Fíjate como he acabado yo. —Abrió los brazos y miró hacia abajo, señalando con la barbilla su cuerpo magullado y vendado—. No me has dicho cómo te llamas. Y... ¿qué haces aquí? —Una pregunta muy directa.
-¡De nada, compañero! -respondió la Yotsuki, jovial-. Meh, por eso no te preocupes. ¿Qué es un buen combate sin una obligada visita a la enfermería al terminar? -agregó. Los vendajes que exhibía en manos, tobillos y rodillas bien avalaban sus palabras.
A tenor de la pregunta de Daruu, la chica se puso en pie y comenzó a estirar con tranquilidad. Cuando flexionaba las articulaciones se le marcaban los músculos, fibrosos, dándole una apariencia de lo más curtida -al menos para su corta edad-.
-Pues, ¡entrenar, claro! Kawakage-sama decidió no invitarme al Torneo, así que ahora yo he decidido demostrarle su error machacando a todos y cada uno de los perdedores de mi Aldea. ¿Te puedes creer que Datsue-san intentó amañar su combate allí en medio? ¡Delante de todos! Es pa' cagarse. Pienso quitarle las tonterías a sopapos.
Con la misma tranquilidad se quitó la chaqueta, dejando al descubierto la camisa blanca y sencilla que le cubría el torso, y la guardó en la mochila caqui. Es una suerte de mierda que nos hayamos encontrado así, Daruu-san. Me habría encantado comprobar de primera mano si pegas tan duro como parece.
-En otras circunstancias te ofrecería un asalto o dos, pero creo que no estás en condiciones. Y, ¡eh!, quiero demostrarte que yo sí tengo orgullo, y no me gusta hacer leña del árbol caído. -agregó, guiñándole un ojo para acompañar su chiste-. Aunque, la verdad... No le haría ascos a que me hicieras una demostración de esa técnica tuya. El Rasengan. Supongo que tendrás fuerzas para al menos eso, ¿no?
-¡De nada, compañero! -respondió la Yotsuki, jovial-. Meh, por eso no te preocupes. ¿Qué es un buen combate sin una obligada visita a la enfermería al terminar? -agregó. Los vendajes que exhibía en manos, tobillos y rodillas bien avalaban sus palabras.
A tenor de la pregunta de Daruu, la chica se puso en pie y comenzó a estirar con tranquilidad. Cuando flexionaba las articulaciones se le marcaban los músculos, fibrosos, dándole una apariencia de lo más curtida -al menos para su corta edad-.
-Pues, ¡entrenar, claro! Kawakage-sama decidió no invitarme al Torneo, así que ahora yo he decidido demostrarle su error machacando a todos y cada uno de los perdedores de mi Aldea. ¿Te puedes creer que Datsue-san intentó amañar su combate allí en medio? ¡Delante de todos! Es pa' cagarse. Pienso quitarle las tonterías a sopapos.
Con la misma tranquilidad se quitó la chaqueta, dejando al descubierto la camisa blanca y sencilla que le cubría el torso, y la guardó en la mochila caqui. Es una suerte de mierda que nos hayamos encontrado así, Daruu-san. Me habría encantado comprobar de primera mano si pegas tan duro como parece.
-En otras circunstancias te ofrecería un asalto o dos, pero creo que no estás en condiciones. Y, ¡eh!, quiero demostrarte que yo sí tengo orgullo, y no me gusta hacer leña del árbol caído. -agregó, guiñándole un ojo para acompañar su chiste-. Aunque, la verdad... No le haría ascos a que me hicieras una demostración de esa técnica tuya. El Rasengan. Supongo que tendrás fuerzas para al menos eso, ¿no?