19/02/2016, 17:02
(Última modificación: 22/02/2016, 01:29 por Uchiha Akame.)
Anzu asintió con visible satisfacción ante las palabras del chico, que reprobaban la actitud de Datsue y le daban, básicamente, toda la razón. Menos mal, pensaba que los de Amegakure serían todos igual de estirados que el oponente de Datsue-san, pero ya veo que no. La chica se alegraba honestamente de haber coincidido con Daruu aquella mañana, aunque fuese solo por tener una oportunidad de volver a ver su técnica más devastadora. Y, aunque parecía que el shinobi tenía sus reservas, lo primero que hizo fue estirarse suavemente y tomar cierta distancia con Anzu.
¿De verdad lo va a hacer?
—Antes dime tu nombre. Aún no lo sé. No puedo enseñarle estas cosas a una extraña. —El chico sonrió amigablemente.
Anzu tuvo que contener una exclamación de júbilo. ¿Iba a mostrarle el Rasengan? ¿Así de fácil? Algo en la mirada de Daruu le decía que no eran esas sus intenciones. Ella había visto una mirada similar muchas veces, al cruzarse con un espejo. En sus ojos brillaba la anticipación de un buen combate.
-Kajiya Anzu, de Takigakure -respondió, y en su voz se podía notar la impaciencia que la embargaba-. Conozco esa mirada, Daruu-kun. Tienes los ojos de alguien... ¡que quiere combatir!
Pero ella sería fiel a su palabra. No movería un dedo si el de Amegakure no asumía toda la responsabilidad por entrenar en su estado actual.
¿De verdad lo va a hacer?
—Antes dime tu nombre. Aún no lo sé. No puedo enseñarle estas cosas a una extraña. —El chico sonrió amigablemente.
Anzu tuvo que contener una exclamación de júbilo. ¿Iba a mostrarle el Rasengan? ¿Así de fácil? Algo en la mirada de Daruu le decía que no eran esas sus intenciones. Ella había visto una mirada similar muchas veces, al cruzarse con un espejo. En sus ojos brillaba la anticipación de un buen combate.
-Kajiya Anzu, de Takigakure -respondió, y en su voz se podía notar la impaciencia que la embargaba-. Conozco esa mirada, Daruu-kun. Tienes los ojos de alguien... ¡que quiere combatir!
Pero ella sería fiel a su palabra. No movería un dedo si el de Amegakure no asumía toda la responsabilidad por entrenar en su estado actual.